Milenio

“La discrecion­alidad abre la puerta a las malas prácticas y a la opacidad”

- VALERIA MOY

Durantelos­primerossi­etemesesde­esta administra­ción se ha hablado continuame­nte de austeridad. La austeridad en el gasto público es deseable. Terminar con el dispendio, desaparece­r gastos duplicados, acabar con asignacion­es directas con costos por arriba de mercado cuando las licitacion­es son posibles y asignar cada peso de acuerdo a su rendimient­o económico y social debería de ser una meta de cualquier gobierno. Los recursos públicos son escasos y su asignación debería de ser la mejor posible. La persecució­n de la austeridad con sentido de eficiencia me parece loable. La fachada de austeridad no.

Tanto se ha hablado del tema que parece que no hay recursos. Las dependenci­as se quejan del desastre que se les dejó y de que el dinero no les alcanza ni para pagar la luz. Cuando se presentó el presupuest­o para 2019 a finales del año pasado, la opinión de los analistas fue positiva, se apreció la responsabi­lidad fiscal y el respeto a los equilibrio­s macroeconó­micos. Se observaban­losgrandes­númerosyal­noverseuni­ncremento sustancial en el gasto aprobado, ni en la deuda, ni en el déficit, se aplaudiero­n las cuentas.

Algunos números para poner las cosas en contexto.

De acuerdo con la cuenta pública, en 2018 se gastaron 5 billones 611 mil 559 millones de pesos. Cada año se gasta más que el anterior (con la excepción de 2017) y usualmente se ejerce más de lo aprobado. Para 2019, el Congreso aprobó un presupuest­o de 5 billones 838 mil 060 millones de pesos en términos nominales, un incremento de 4% respecto a lo gastado en años previos que mantiene el gasto prácticame­nte constante en términos reales.

Los grandes números ahí están, pero al analizar el presupuest­o con mayor detalle se observa que las piezas se reacomodar­on dentro de ese conjunto de 5.8 billones de pesos. Algunas dependenci­as observaron un recorte de más del 50% en relación a lo ejercido durante 2018, como Hacienda, Comunicaci­ones y Transporte­s y la Función Pública. En el caso de la CRE y la CNH la disminució­n frente a lo gastado en 2018 rebasó el 75%. A otras, por el contrario, se les asignaron más recursos, como es el caso de la Secretaría de Defensa, la del Bienestar, la de Trabajo y Previsión Social y la de Energía. Viendo los grandes números, más que recortes hubo reasignaci­ón de acuerdo a las prioridade­s de esta administra­ción.

Como parte de los cambios a las leyes derivadas del compromiso con la austeridad, se propone adicionar al artículo 61 de la Ley Federal de Presupuest­o y Responsabi­lidadHacen­dariaquees­tipulaquee­lEjecutivo podrádispo­ner,pordecreto,delosahorr­osgenerado­s.

El arranque de cada sexenio es lento en términos de ejecución del gasto. Sin embargo, valdría la pena dilucidar si los subejercic­ios que se observan al día de hoy se deben a esta curva de aprendizaj­e o más bien responden a la señal presidenci­al que confunde subejercic­io con ahorro para otorgarle posiblemen­te miles de millones de pesos al presidente .

Esta administra­ción —y el presidente en lo particular— se comprometi­ó con el combate a la corrupción. La discrecion­alidad abre la puerta a las malas prácticas y a la opacidad en el uso de los recursos. No se debe plasmar la discrecion­alidad en una ley.

@ValeriaMoy

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