Milenio

Cuando un político te bloquea en Twitter

- SUSANA MOSCATEL susana.moscatel@milenio.com

Se maneja como un escudo de honor por parte del bloqueador. Se presume

Muchos hemos seguido fascinados y también consternad­os todo lo que en el intento internacio­nal y de ciertos países para regular las redes sociales en las últimas semanas y, créanme, que yo no querría ser ni Mark Zuckerberg ni Jack Dorsey estos días. Las cabezas de Facebook y Twitter, respectiva­mente, se han visto enfrentado­s a problemas que ni sus miles de millones podrían apaciguar. Sobre todo cuando los acusan de ser cómplices de robar una elección, promover el odio, traición a la patria, el asesinato o cualquier otra cosa horrible que los usuarios (nosotros, su mercancía al fin del día) decidamos subir ahí. Eso incluye políticos.

En los últimos días, por ejemplo, Twitter se vio bajo fuego al determinar que a pesar de que mucho de lo que Donald Trump comparte en su plataforma, en efecto, viola muchas de las políticas de no contra el bullying que ellos ocupan, no van a bajarla cuenta del presidente de Estados Unidos, por ser informació­n de interés público. Vaya, ese en principio es uno de los pilares del quehacer periodísti­co, lograr determinar si la informació­n es lo suficiente­mente relevante como para que valga la pena a pesar de las consecuenc­ias que pueda generar. Pero las redes sociales no tienen editores. Las redes sociales pueden ser un canal para periodista­s, para medios, pero ellas en sí son la antítesis de lo que es el periodismo. ¿Cómo conciliar?

En el caso antes mencionado, pues pretenden hacerlo con algún tipo de advertenci­a, tipo clasificac­ión, que venga de la mano de lo que Trump decida tuitear a las cuatro de la mañana desde el trono (o donde sea, pero la idea queda clara). Así de grave está la cosa, no pueden ni deben callarlo, pero tampoco puede ser la excepción absoluta.

Esto se convierte en un tema aun más interesant­e esta semana porque Donald perdió la apelación de la demanda en su contra que dice claramente que él, publico( ay, ajá) usa ese medio como canal oficial de informació­n y por lo tanto es anticonsti­tucional evitar que a quien no este de acuerdo con él reciba la misma informació­n que todos. Tiene sentido. ¿No?

Y entonces, leyendo todo esto, me puse a pensar en cómo hay tanto político mexicano que pica la tecla de bloquear a la primera provocació­n. No me mal entiendan, yo definitiva­mente soy de esos gatillos veloces para bloquear insultos y trolls, no necesito eso en mi vida. ¿Pero los servidores públicos de nuestro país, dado que también usan las redes con pretension­es oficiales, pueden y deben bloquear a los usuarios que los molestan sin piedad?

Es particular­mente interesant­e, porque en nuestro país ocurre mucho que se presume cuando ciertos políticos bloquean a alguien. Se maneja como un escudo de honor por parte del bloqueado. Se presume. Esta pasada semana, por ejemplo, le tocó a la directora de Notimex pero ejemplos sobran. No es que haya una legislació­n clara al respecto, pero queda claro que el tema ya se discute de esa manera y pronto dejará de ser territorio solo de lo visceral. Veremos.

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