Viviani gana la etapa 4 del Tour y completa la hazaña
El italiano Elia Viviani, campeón olímpico de omnium, ya sabe lo que es ganar etapas en las tres grandes del ciclismo mundial, tras alzar los brazos en Nancy como vencedor de la cuarta jornada del Tour, una espina que tenía clavada el integrante del equipo Deceuninck- Quick Step y que pudo festejar con su compañero francés y poseedor del suéter amarillo, Julian Alaphilippe.
La del martes fue una jornada marcada a fuego por los velocistas y rematada por Viviani, de 30 años, en una llegada a todo tren con todos apretando los dientes en la recta y con la meta al final del camino. El italiano superó el reto batiendo al noruego Alexander Kristoff, al australiano Caleb Ewan y al eslovaco Peter Sagan, todos en un tiempo de 5:09:29 horas marcado en el trayecto entre Reims y Nancy.
Viviani no alzó los brazos en el Giro de Italia, abandonó cuando llegó la montaña cabizbajo. Le faltó el alimento de la victoria, pero con cinco etapas en las carrera rosa y tres en la Vuelta a España le faltaba la sensación de ganar en el Tour. Fue la locura. Lo celebró casi más que la medalla de oro en Río.
Día tranquilo para todos, quienes esperan emocionados la etapa del jueves con el primer final en alto en La Planches des Belles Filles. Alaphilippe lanzó a Viviani y acabó su primer día de amarillo sin sobresaltos.
En la general le sigue el belga Van Aert a 20 segundos y el holandés Steven Kruijswijk a 25. En la zona de favoritos, el colombiano Egan Bernal es el líder real en la lucha por el maillot amarillo, sexto, precediendo a su compañero gales Geraint Thomas.
Efecto Froome
El pelotón está huérfano de Chris Froome, el único ciclista que servía de referencia a todos y, de una forma u otra, galvanizaba las opciones de casi todos.
Sin el cuatro veces ganador, ausente a causa de las secuelas provocadas por una caída durante el reconocimiento de una contrarreloj en Dauphiné, el Tour ha perdido al ciclista que, solo por su palmarés, centraba toda la atención, pero abrió las posibilidades a otras figuras y, de paso, dejó entrever que a la hegemonía le falta solidez.