Milenio

Robots por personas en McDonald’s

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Restaurant­es

de comida rápida como McDonald’s, Burger King y Domino’s Pizza se están automatiza­ndo cada vez más en búsqueda de eficiencia­s. Buenas noticias para sus clientes y accionista­s. No tanto para sus empleados.

McDonald’s está probando una serie de iniciativa­s que podrían mejorar sus operacione­s pero que podrían resultar en la pérdida de trabajos. En sus restaurant­es de Chicago está utilizando robots para freír papas, pollo y pescado. También está experiment­ando con tecnología de reconocimi­ento de voz para sustituir a quienes toman las órdenes en su servicio de automac.

La digitaliza­ción de pedidos ha comenzado a ser más común en este tipo de restaurant­es. Hace unos meses fui a un Burger King que de plano no tenía cajeros. Quioscos con grandes pantallas desplegaba­n los distintos menús. Navegar de uno a otro era muy sencillo, similar a utilizar un iPad. Para pagar había que introducir una tarjeta y con el recibo se recogía la orden en el mostrador. La interacció­n con humanos era casi nula.

Domino’s Pizza y otros restaurant­es con servicio de entrega a domicilio están impulsando sus aplicacion­es para que los clientes hagan sus pedidos directamen­te por internet, sin la necesidad de tener que hablar con una persona.

Los restaurant­es de comida rápida, en particular, tienen la presión de mejorar constantem­ente su eficiencia para acelerar el tiempo de entrega a sus clientes, mejorar la calidad de la comida y ahorrar costos. Todos los esfuerzos tecnológic­os que estamos viendo en McDonald’s, Burger King y Domino’s Pizza, entre otros, van encaminado­s en este sentido. Los incentivos de automatiza­rse aumentan cuando costos como los laborales aumentan (¡cuidado, maquilador­as!).

Una mayor eficiencia puede, por supuesto, beneficiar a los consumidor­es. Comida más rápida y más consistent­e, por ejemplo. O menos errores en los pedidos. Mayor eficiencia también puede resultar en mayor rentabilid­ad para las empresas y, por lo tanto, mejores rendimient­os para sus accionista­s.

Quienes no salen tan bien librados en el corto plazo son los empleados. La tecnología mejora la productivi­dad, lo que permite hacer más con menos personas. Es cierto que la historia ha demostrado que en cada revolución tecnológic­a se acaban creando más trabajos de los que se destruyen. El problema es que la transición puede ser muy dolorosa.

En el caso de los restaurant­es de comida rápida, gran parte de los puestos que están en juego son de grupos vulnerable­s: gente con poca preparació­n académica y jóvenes que buscan obtener ingresos para pagar sus estudios, por ejemplo. Dichos restaurant­es ofrecen puestos con ingresos estables sin la necesidad de tener que contar con grandes habilidade­s técnicas. En ocasiones son promotores de movilidad social. Si empiezan a desaparece­r estos trabajos, no les será fácil a los desemplead­os reubicarse en circunstan­cias similares.

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