Milenio

¿Qué tanto es tantititit­ito?

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Más artero que Mr. Cañitas Trejo aventándol­e un Frutsi en el ojo a Alfredo Adame, en una pelea que casi ni se ve tan arreglada como la de los federales en disidencia, ha sido el ataque que ha recibido el ex secre de Hacienda Carlos Urzúa solo porque se fue pateando botes, echando espuma por la boca y mentando madres. No se vale. Aunque solo le faltó hacer vudú y echarle caldo de calzón a la 4T con la valentía que le caracteriz­a

cada vez que renuncia, yo creo que deberían de volverlo a contratar.

Pero sobre todo para que lo vuelvan a correr, ya que el dólar está ahorita más bajo que antes de que se dieran a conocer los detalles de su renuncia. Antier estaba a 18.50 y hoy a 18.40, lo cual quiere decir dos cosas: que a los agoreros del desastre y los enanos del tapanco no se les da eso de ser pitonisos, y que si Urzúa renunciara de nuevo, capaz que el dólar se nos ubica en los míticos 12.50.

Yo pensé que cuando Chumel Torres, el nuevo dios del análisis superior, sugirió que la gente se fuera a cambiar sus pesos por dólares sus millones de feligreses lo iban a tomar en serio. Pero no, me apersoné en diversas casas de cambio solo para darme cuenta de que nomás no lo pelaron.

A ver si para la otra al buen Chumel no se le ocurre decir que todos inviertan en la caja Libertad de Juan Collado, porque el abogado es bueno, santo y puro. Incluso a pesar de

jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

Fue una pérdida ¡cabrona!, que ChinChin el teporocho acompañe a este tepiteño chingón

su clientela compuesta por pura gente proba y honorable como los Salinas (el subjefe Diego no lo negó, pero sí aclaró, por si las moscas, que no es su representa­nte legal). La clase de buenas personas, tristement­e estigmatiz­adas, pero con quienes sin duda te gustaría echarte una comidita en el Morton’s con una botella de Bucanas.

Pero esto, la neta, no importa porque ha muerto el querido Armando Ramírez, una pérdida ¡verdaderam­ente cabrona! Que Chin-Chin el teporocho acompañe a este tepiteño chingón, un enorme carnal que reinventó los viajes por los cruceros más intrincado­s de la cultura popular no para turistas, el barrio que es destino viperino, los tacos de suaperro, los rituales de la banda bada y el folclor que deviene en tibiri y bailongo de rompe y rasga.

Armando reportó desde todos los infiernos, era catador de albures, reinventó el México profundo, pero se llevó consigo el más trascenden­te de todos los secretos de la vida nacional: “¿Qué tanto, es tantititit­ito?”

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