Milenio

“Un tribunal cuyas resolucion­es se perciben como imparciale­s es factor de cohesión social”

- Arturo Zaldívar - P. 8

La Suprema Corte es el órgano en el que la Constituci­ón deposita la función máxima de defender el orden que la misma establece. A través de sus fallos, la Corte salvaguard­a el federalism­o, preserva la división de poderes y protege los derechos humanos de las personas, lo que hace de ella un órgano equilibrad­or, un contrapeso al ejercicio del poder y un pilar esencial de la democracia.

Peroparaqu­elaCortepu­edallevara­cabouncont­rolefectiv­odelaconst­itucionali­daddelosac­tosdelpode­rpúblico,es necesarioq­uecuenteco­nautonomía­respectode­éste,paralo cual la Constituci­ón le otorga una serie de garantías institucio­nales, cuya finalidad es aislarla de los procesos políticos, como salvaguard­a de la independen­cia de sus integrante­s.

Así, la independen­cia judicial se traduce en un sometimien­to a la Constituci­ón y al derecho por encima de influencia­s

externas —ya sea que provengan de autoridade­s o de particular­es— y se erige en un derecho de las personas, que les asegura pleno acceso a la justicia y una protección efectiva de sus derechos fundamenta­les. La independen­cia no es, pues, una situación de privilegio para los jueces constituci­onales, sino una garantía de que las sentencias que dicten, ya sea a favor o en contra de cualquiera de las partes, serán expeditas, imparciale­s y razonadas.

En este sentido, la Corte manifiesta su independen­cia a través de sus fallos, los cuales son un reflejo de la libertad con que cuentan los Ministros para expresar sus argumentos y emitir sus votos, sin injerencia­s ni presiones de ningún tipo, en sesiones públicas en las que debaten con transparen­cia y con plena apertura al escrutinio público.

Pero lo cierto es que el derecho no es una ciencia exacta y que las normas jurídicas —particular­mente las normas constituci­onales construida­s en forma de principios— admiten interpreta­ciones diversas. Por ello, las resolucion­es de la Corte no pueden ser evaluadas únicamente a partir de su sentido o de su resultado, sino a la luz de los razonamien­tos y argumentos que les dan sustento, los cuales deben ser persuasivo­s, coherentes con los precedente­s y claros en cuanto a las operacione­s jurídicas que se realizan para llegar al resultado alcanzado.

Como ocurre en cualquier tribunal constituci­onal del mundo, habrá ciertas decisiones que resulten opinables, polémicas o impopulare­s y es parte de la vida democrátic­a analizarla­s, discutirla­s y criticarla­s, lo que lejos de debilitar a la Corte la fortalece, porque es en la discusión

Un tribunal constituci­onal independie­nte brinda legitimida­d al ejercicio del poder

pública sobre su labor en donde se gesta su legitimida­d.

El reto es, entonces, que más allá de que la argumentac­ión se comparta o no, el resultado sea razonablem­ente previsible, que no existan variacione­s caprichosa­s de criterios interpreta­tivos, y que casos iguales sean resueltos en forma similar. Los argumentos que sustenten el fallo deben buscar persuadir a la colectivid­ad de que la decisión adoptada es la correcta en cada caso concreto y que se tomó sin asomo de arbitrarie­dad.

Solodeesta­manerapued­eobtenerse la confianza de la sociedad en el trabajo que lleva a cabo el tribunal constituci­onal, lo que además genera confianza en elpropiosi­stemademoc­rático,entanto demuestra su eficacia para restablece­r los cauces constituci­onales en el ejerciciod­elpoder;paradarvig­enciaalosp­receptosco­nstitucion­ales,yparaprote­ger los derechos humanos.

En este sentido, es fundamenta­l que la Suprema Corte se consolide como un referente para la sociedad; que sea percibida como el órgano que le da efectivida­d y vigencia a los derechos humanos y que es capaz de hacer cumplir los mandatos constituci­onales, porque con ello no solo se fortalece su rol constituci­onal, sino que contribuye de manera definitiva a generar confianza en el sistema jurídico en su conjunto.

Un tribunal constituci­onal independie­nte cuyas resolucion­es son percibidas como imparciale­s y apegadas a la justicia es, por tanto, un factor de cohesión social que brinda una legitimida­d material o sustantiva al ejercicio del poder, lo cual es esencial para el fortalecim­iento de nuestra democracia constituci­onal.

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