AMLO, ¿como Porfirio Díaz?
Los liberales de fines del siglo XIX y de principios del XX acusaban a Porfirio Díaz de hacer un doble juego en materia de política hacia las religiones. Señalaban que por un lado Díaz había construido un culto cívico alrededor de la figura de Benito Juárez y de la generación de liberales de la que él mismo había sido parte, pero que por el otro, con su política conciliatoria hacia la Iglesia católica, en realidad había permitido que ésta regresara por sus fueros. Parecería que el presidente Andrés Manuel López Obrador está
haciendo algo parecido a lo que hizo Porfirio Díaz con la figura de Juárez; por un lado se define como emulador del prohombre de Guelatao, pero por el otro, en la práctica, está destruyendo su legado en materia de laicidad del Estado. En realidad, el asunto es más complejo, porque las más recientes investigaciones realizadas en los Archivos Secretos del Vaticano (ver el libro de Riccardo Cannelli publicado por el INEHRM) muestran que en realidad Porfirio Díaz, si bien fue tolerante con las actividades sociales de la Iglesia católica, nunca aceptó las demandas que el Vaticano le hizo durante décadas. Hasta el final resistió sus presiones. Nunca dio marcha atrás a las Leyes de Reforma y tampoco aceptó establecer relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Así que en esta materia López Obrador no le llega a Díaz ni a los talones. Su ideal y su práctica se acercan mucho más a los conservadores que denuesta.
El juarismo porfirista de AMLO se refleja hasta en las fuentes utilizadas en el discurso pronunciado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, con motivo del aniversario luctuoso del prócer oaxaqueño, el pasado 18 de julio, al retomar las palabras del muy porfirista periodista Jesús Urueta, en 1901, cuando señaló que no era el día de su muerte, sino de su resurrección. Las palabras,
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El ex presidente Porfirio Díaz, en comparación con el actual mandatario, fue un gran liberal
en efecto, de tono claramente porfiriano, reflejan esa necesidad de fortalecer un culto a la personalidad del Presidente Juárez, aunque en la práctica el presidente López Obrador esté haciendo exactamente lo contrario de quien estableció en su momento, con mucha valentía, la separación formal entre los asuntos del Estado y los asuntos de las Iglesias. Así, mientras se celebran ceremonias por el natalicio o por su muerte, poco se dice del contenido de las Leyes de Reforma, porque le recordarían al gobierno actual y a su partido que están haciendo exactamente lo contrario: introduciendo frases religiosas en la Cartilla moral que están repartiendo por parte del gobierno ministros de culto evangélicos, al mismo tiempo que hacen proselitismo, abriéndole las puertas de los medios de comunicación electrónicos a las Iglesias y con un Presidente que predica la Biblia en medio de intervenciones oficiales, o invitando a hacer intervenciones políticoreligiosas a ministros de culto en sus ceremonias públicas, como la de Tijuana hace algunas semanas. Porfirio Díaz, en comparación con el actual Presidente, fue un gran liberal. Como ya lo he dicho en otras ocasiones, AMLO, frente a Díaz, no es más que un curita de pueblo, y bastante conservador.