Milenio

AMLO, ¿como Porfirio Díaz?

- ROBERTO BLANCARTE

Los liberales de fines del siglo XIX y de principios del XX acusaban a Porfirio Díaz de hacer un doble juego en materia de política hacia las religiones. Señalaban que por un lado Díaz había construido un culto cívico alrededor de la figura de Benito Juárez y de la generación de liberales de la que él mismo había sido parte, pero que por el otro, con su política conciliato­ria hacia la Iglesia católica, en realidad había permitido que ésta regresara por sus fueros. Parecería que el presidente Andrés Manuel López Obrador está

haciendo algo parecido a lo que hizo Porfirio Díaz con la figura de Juárez; por un lado se define como emulador del prohombre de Guelatao, pero por el otro, en la práctica, está destruyend­o su legado en materia de laicidad del Estado. En realidad, el asunto es más complejo, porque las más recientes investigac­iones realizadas en los Archivos Secretos del Vaticano (ver el libro de Riccardo Cannelli publicado por el INEHRM) muestran que en realidad Porfirio Díaz, si bien fue tolerante con las actividade­s sociales de la Iglesia católica, nunca aceptó las demandas que el Vaticano le hizo durante décadas. Hasta el final resistió sus presiones. Nunca dio marcha atrás a las Leyes de Reforma y tampoco aceptó establecer relaciones diplomátic­as con la Santa Sede. Así que en esta materia López Obrador no le llega a Díaz ni a los talones. Su ideal y su práctica se acercan mucho más a los conservado­res que denuesta.

El juarismo porfirista de AMLO se refleja hasta en las fuentes utilizadas en el discurso pronunciad­o por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, con motivo del aniversari­o luctuoso del prócer oaxaqueño, el pasado 18 de julio, al retomar las palabras del muy porfirista periodista Jesús Urueta, en 1901, cuando señaló que no era el día de su muerte, sino de su resurrecci­ón. Las palabras,

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El ex presidente Porfirio Díaz, en comparació­n con el actual mandatario, fue un gran liberal

en efecto, de tono claramente porfiriano, reflejan esa necesidad de fortalecer un culto a la personalid­ad del Presidente Juárez, aunque en la práctica el presidente López Obrador esté haciendo exactament­e lo contrario de quien estableció en su momento, con mucha valentía, la separación formal entre los asuntos del Estado y los asuntos de las Iglesias. Así, mientras se celebran ceremonias por el natalicio o por su muerte, poco se dice del contenido de las Leyes de Reforma, porque le recordaría­n al gobierno actual y a su partido que están haciendo exactament­e lo contrario: introducie­ndo frases religiosas en la Cartilla moral que están repartiend­o por parte del gobierno ministros de culto evangélico­s, al mismo tiempo que hacen proselitis­mo, abriéndole las puertas de los medios de comunicaci­ón electrónic­os a las Iglesias y con un Presidente que predica la Biblia en medio de intervenci­ones oficiales, o invitando a hacer intervenci­ones políticore­ligiosas a ministros de culto en sus ceremonias públicas, como la de Tijuana hace algunas semanas. Porfirio Díaz, en comparació­n con el actual Presidente, fue un gran liberal. Como ya lo he dicho en otras ocasiones, AMLO, frente a Díaz, no es más que un curita de pueblo, y bastante conservado­r.

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