Milenio

“En 45 minutos, la policía detiene a una responsabl­e y el MP ya sabe el móvil”

- CARLOS PUIG

Se ha hablado de periodismo esta semana. De portarse bien o mal. Del periodismo de hace un siglo y medio como si fuera el de hoy.

Nada como regresar a los maestros. El periodismo es de hechos, decía Vicente Leñero, no de “causas”. “La única ‘causa’ del periodismo es la causa colectiva de quienes juntos intentan escarbar más a fondo, más a fondo, las

entrañas hondísimas, sensaciona­les siempre, de nuestra oscura realidad”.

Unos años después le pedí que explicara aquello.

—Sí, eso lo sigo pensando, y lo sigo pensando también para los demás géneros, ¿no? Las novelas ideológica­s, las novelas que tratan de cambiar al mundo, generalmen­te terminan en malas novelas, ¿no? Y como los reportajes que tratan de contener en sí mismos la opinión del reportero sobre la realidad… Que el reportero admita que el lector piensa, ¿no?, y que los que recibimos los periódicos y leemos los periódicos también somos capaces de pensar y hacer nuestros propios juicios”.

Y dijo algún día al recibir un premio: “No está llamado el periodismo a resolver las crisis —qué falacia—; está llamado a decirlas, a registrar su peso, a gritar qué se esconde, qué se oculta o simula, cómo duele la llaga, por qué y cómo y a qué horas, desde cuándo y por dónde se manifiesta el yugo que

@puigcarlos

El periodismo es de hechos, decía Vicente Leñero, no de “causas”

oprime esta vida social. Más que ir en busca de la verdad, como suele decirse cayendo en el gazapo filosófico, lo que sale a buscar el periodismo, de momento a momento, es la profunda entraña, el desgarrado cuerpo de nuestra realidad. Ese es el objetivo: la realidad a secas. Monda y lironda. Desnudita y completa, lo mejor que podamos fotografia­rla a punta de noticias, de indagar lo que saben los que saben, de testimonio­s y documentos y pareceres sustantivo­s, de pregunta metiche y cuchillo que punza donde duele porque algo hay si eso sangra. La realidad. “No es tarea para sueños de permanenci­a histórica, ni vocación de quienes buscan celebridad eterna. Es oficio de hombres actualísim­os que a dentellada­s muerden el presente y se mueren con él. Como el teatro, que vive y se consume en el lapso que dura cada función, el quehacer periodísti­co es por definición efímero”.

Buen fin de semana.

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