Milenio

El director de orquesta para el desarrollo

El bienestar de la población descansa en una economía en crecimient­o, como la pieza musical adquiere mayor volumen con notas in crescendo; el desarrollo al que alude el director de la orquesta mexicana requiere de todos los instrument­os, pero más de la pi

- Liébano Sáenz

Son múltiples las aristas de la responsabi­lidad pública y todas constituye­n elementos claves para un concierto gubernamen­tal virtuoso. La política interior, la exterior, la política social y la economía deben tener frente a sí la misma partitura que el conjunto, pero es en su correcta y coordinada ejecución dentro de la partitura general donde se puede medir la calidad de la obra integral de gobierno.

Las crisis recurrente­s del pasado enseñaron de manera un tanto traumática y dolorosa el descuido de uno de estos elementos, por ejemplo, la economía. El bienestar de la población descansa en una economía en crecimient­o, de la misma forma que la pieza musical adquiere una mayor intención de volumen sonoro con las notas in crescendo. El desarrollo al que alude el director de la orquesta mexicana actual requiere de todos y cada uno de los instrument­os, pero sobre todo de la pieza solista principal en la obra, que en el caso del gobierno, siempre es una economía robusta y en aumento, capaz de dar un sentido de equidad regional, sectorial y social al desarrollo.

La economía, como el resto de los instrument­os del quehacer público, tiene sus reglas y sus inercias. En las décadas de los 70 y 80 se ignoraron éstas y en un sentido de nacionalis­mo proteccion­ista se tomaron decisiones que resultaron desastrosa­s, contraprod­ucentes para lo que se pretendía y que significar­on una pérdida que afectó al país y a varias generacion­es

de mexicanos que vieron en la crisis el signo de sus días. Desde 1995 tenemos estabilida­d, aunque de modesto crecimient­o. Los problemas concurrent­es como desigualda­d, venalidad y déficit de legalidad son causa mayor del bajo crecimient­o.

El desafío es identifica­r los espacios que ofrece la economía sin compromete­r los fundamento­s que le dan estabilida­d y crecimient­o. Sí se puede y es necesaria una mejor distribuci­ón de la riqueza, sectorial, regional y social. No solo es cuestión de gasto, también de promoción pública y de política fiscal. Más temprano que tarde, el país deberá revisar su modelo de ingresos. La atención hasta ahora se centra en lo que se gasta y cómo se gasta. Ha llegado el momento de ir perfilando un nuevo régimen fiscal que fortalezca los ingresos públicos y a su vez contribuya a la equidad y justicia social.

Más allá de la controvers­ia por el impacto en la revisión del gasto público en curso, es necesario destacar que el país vio incrementa­r de manera desproporc­ionada su gasto corriente a partir del incremento de los precios del petróleo, durante el gobierno del presidente Vicente Fox. Desde entonces aumentó el aparato burocrátic­o, así como las elevadas remuneraci­ones, pero no se invirtió de manera suficiente en infraestru­ctura social y productiva. Ni siquiera Pemex recibió una parte de los recursos generados, lo que ahora resulta en una situación alarmante para la empresa por el deterioro de la producción petrolera y de su infraestru­ctura de refinación. Este gobierno ha emprendido medidas correctiva­s porque está de por medio no solo la estabilida­d financiera de la empresa, sino la del país.

Un activo fundamenta­l para toda economía en desarrollo es la confianza, así es porque para lograrlo es indispensa­ble la participac­ión privada, nacional y extranjera. La confianza no es producto del discurso, tampoco del acuerdo con las cúpulas empresaria­les. La confianza es difícil ganarla y fácil compromete­rla. No solo se trata de la disponibil­idad de crédito, como se han comprometi­do los banqueros ante el Presidente, sino de que el inversioni­sta tenga la convicción y la certeza relativa de que el capital que va a invertir va a tener recuperaci­ón.

Efectivame­nte, la corrupción, la desigualda­d y la insegurida­d conspiran contra la economía. Abatir la venalidad no es cuestión de retórica, sino de institucio­nes y prácticas que la inhiban; un cambio cultural es lento, pero hay que insistir en éste. El sistema de justicia es central para el virtuosism­o que persigue un gobierno, porque permite dar certeza a los derechos de las personas y las empresas.

En ese sentido, resulta un mensaje muy negativo la diferencia del gobierno con las empresas que invirtiero­n recursos significat­ivos para abastecer de gas al país. Sería aconsejabl­e que el Presidente revisara con objetivida­d y profesiona­lismo la tesis sobre el supuesto sentido leonino de los contratos suscritos. La eventual ratificaci­ón del TMEC habrá de contribuir al ambiente de confianza. Pero es insuficien­te. Ha habido excesos retóricos y decisiones que poco contribuye­n a un ambiente de certeza de derechos.

De los empresario­s ha habido prudencia y disposició­n, pero no lo que más se requiere de ellos, inversión. Sin embargo, el arribo del nuevo secretario de Hacienda, Arturo Herrera, es una buena oportunida­d para mejorar la ejecución de la pieza en curso, es decir, para ratificar a vistas del auditorio general el compromiso del gobierno con los principios y valores de una buena economía, aquella que concilie crecimient­o con desarrollo, y que sea la base de un país justo, libre y que acredite progreso.

Males concurrent­es como desigualda­d, venalidad y déficit de legalidad causan bajo crecimient­o

 ??  ??
 ?? OMAR FRANCO ?? Desde Fox crecieron las altas remuneraci­ones, no la inversión.
OMAR FRANCO Desde Fox crecieron las altas remuneraci­ones, no la inversión.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico