Recaudan $10 millones en la subasta de joyas en Los Pinos
Al gobierno federal no solo le interesa subastar todo lo decomisado al crimen organizado y utilizar lo recaudado para reparar caminos rurales, sino que el proceso sea público, para que todos puedan verlo.
Qué mejor lugar para que todos lo vean que Los Pinos, convertidos desde diciembre pasado en centro cultural, luego de haber sido por 84 años la residencia oficial del poder.
A los compradores, en cambio, no les interesa si las joyas tienen un mal karma, no les importa si antes pertenecieron a sicarios o narcotraficantes, a políticos corruptos o a criminales de cuello blanco. Tampoco les da miedo que en un futuro busquen recuperar sus joyas.
“Realmente no, porque ni siquiera es para tenerla yo, es para venderla. Y pues, creo que no necesariamente todo es del narco, como le llaman joyería del narco (…) No dudo que haya joyería que se haya comprado lícitamente”, dice Jorge Camacho, uno de los compradores de la subasta.
Tres hombres que asistieron desde Culiacán, Sinaloa, pero que prefirieron conservar en el anonimato, por “ser muy penosos”, tampoco sienten temor de comprar joyas que antes pertenecieron al crimen organizado.
La razón que dan para su insospechada tranquilidad es, según ellos, muy sencilla: “Hubieran mandado a alguien a comprarlo, nos da miedo la gente que está aquí, viéndonos y grabándonos”, dice en voz bajita el más grande de los sinaloenses.
“Yo te puedo decir que no he visto, en ninguna experiencia, a alguien que la quiere recuperar. ¡Bueno!Quealguieninquietocompré estos bienes, no. Incluso los cruzamos con la fiscalía, el RFC y la CURP, para evitar que cualquier gente inquieta pudiera comprar este tipo de bienes”, explica Ricardo Rodríguez, titular del SAE.
“Saber qué es lo que traían… sabemos cuánto dinero, eran unas fortunas que no nos imaginamos nosotros, pero quería verlo (…) No sé cuanto cuesten, ni si están en buen precio, pero sí que se vendan, porque esto costó muchas vidas”, dijo una de las asistentes que se limitaron a observar.