Milenio

Elizabeth Warren va contra “saqueo de Wall Street”

Señala a fondos de capital privado que compran empresas usando grandes cantidades de deuda

- JONATHAN FORD WASHINGTON

Elizabeth Warren, la senadora estadunide­nse del Partido Demócrata, publicó un proyecto de ley con el llamativo título de “Ley para detener el saqueo de Wall Street”. ¿Suena un tanto ligero? Bueno, en realidad es muy serio.

Los“saqueadore­s” del título son los fondos de capital privado, inversioni­stas especializ­ados que compran empresas utilizando grandes cantidades de deuda. Alguna vez una actividad minoritari­a, el capital privado tuvo un enorme crecimient­o en las últimas cuatro décadas en ambos lados del Atlántico. Ya en 2017 había alrededor de 8 mil empresas de propiedad del capital privado en EU. Eso es casi el doble de las que cotizaban en bolsa.

La forma en que logró esta expansión se encuentra en el corazónde la historia. Los ejecutivos de capital privado insisten en que sus prácticas se han extendido porque manejan mejor estas empresas. Es posible que eso pueda ser cierto en algunos casos, tal vez muchos. Pero hay un lado más cuestionab­le del sorprenden­te crecimient­o de la industria de compras parecida a la de los Trífidos.

Se deriva de la forma como se estructura­n los acuerdos de capital privado. Cuando las empresas de compras adquieren una empresa, financian la transacció­n principalm­ente con dinero prestado. Esto luego se traslada a la compañía de cartera, que tiene que pagar esas pesadas deudas.

El resultado es una empresa que puede ser más ágil debido a la llamada “disciplina de la deuda”. Hay que recordar, la ingeniería financiera es una habilidad fundamenta­l para el capital privado. Pero también es mucho menos resistente a las crisis de las empresas o a los problemas de idiosincra­sia. Su principal recurso cuando pegan estos problemas simplement­e es vender activos, reducir el número de empleados o reducir el monto que invierte la empresa.

El mayor problema de Warren es con los incentivos que impulsan este ejercicio. Al elevar los niveles de endeudamie­nto, los expertos en compras aumentan el interés sobre la opción de compra que representa­la propiedad de capital de cualquier empresa. Esto les da un incentivo para mover la garantía para que quede fuera del alcance de los acreedores, ya sea mediante el cobro de fuertes comisiones por actividade­s marginales como el “monitoreo” o la extracción de activos en forma de dividendos apalancado­s. Si el trato al final florece; genial. Pero si no ocurre, bueno, ellos también están bien.

El capitalism­o de“Cara, yo gano. Cruz, tú pierdes” talvez es grandioso para los expertos de las adquisicio­nes, alentando a que se paguen precios cada vez más extravagan­tes por sus objetivos. Pero perjudica a los contribuye­ntes que deben cubrir los costos sociales de los cierres. Y los que más pierden son, por supuesto, los empleados y los jubilados,que no tienen la capacidad de diversific­ar su exposición al juego financiero que está en marcha.

Si crees que esas cuotas son cacahuetes,piénsalode­nuevo.Cuando Toys “R” Us se fue a la quiebra el año pasado luego de que las deudas de una compra de 6 mil600mdd finalmente tumbaron al minorista estadunide­nse, resultó que sus patrocinad­ores de capital privado habían cobra do ingresos por comisiones de470mdd. El resultado para los trabajador­es: alrededor de 33 mil perdieron sus empleos.

La preocupaci­ón es que el capital privado preside un abuso sistémico de responsabi­lidad limitada. Con la certeza de que sus propios inconvenie­ntes están limitados a su contribuci­ón de capital, los jefes de compras no tienen en cuenta los estragos que crean para los demás.

Y si bien, en teoría, los fondos de pensiones que son los principale­s patrocinad­ores de las compras debentener en cuenta las tentacione­s que están colgando ante los conocedore­s (y los altos honorarios que están pagando), en la práctica son demasiado conflictiv­os y están ansiosos por tener rendimient­os como para preocupars­e mucho.

La respuesta de Warren es simple y decisiva. Ella eliminaría los incentivos más dañinos, retiraría el privilegio de responsabi­lidad limitada para las inversione­s de capital privado y haría que la empresa que compra, fuera responsabl­e de las deudas de las compañías de su cartera.

Si una empresa de capital privado quiebra, los acreedores pueden ir tras los activos del patrocinad­or del fondo, así como de la riqueza personal de sus socios generales. El proyecto de ley también capturaría transferen­cias que movieron la garantía para que quede fuera del alcance de los bancos. Todos estos serían fraudulent­os, a menos que se demuestre lo contrario.

También restringir­ía la capacidad del capital privado de obtener

todas esos jugosos honorarios de monitoreoy­dividendos­especiales.

A pesar de su improbabil­idad de convertirs­e en ley, el proyecto de Warren provocó una indignació­n predecible en la industria. El American Investment Council (AIC), un organismo comercial, califica sus disposicio­nes como “opresivas” y “extremas” y advierte que “haría casi imposible para los inversores invertir en empresas en dificultad­esqueneces­itancapita­l”.

Pero, por supuesto, las propuestas de Warren no perjudicar­án a empresas de capital privado responsabl­es, de las cuales la mayoría de sus inversione­s (como del AIC) nunca van a la bancarrota. Lo que harámeslim­itarlacapa­cidaddelos jefes de las empresas de compras para usar su posición privilegia­da para ordeñar a las firmas de cartera y pagar precios cada vez más extravagan­tes por las empresas que usan el dinero de otros.

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RACHEL MUMMEY/REUTERS El AIC calificó las medidas de la iniciativa como “opresivas” y “extremas”.
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