Peter Kuper
Historietista y caricaturista
Que hay dos que en mí luchan,losabes…”,le escribióFranzKafka (1883-1924) a Felice Bauer, sumario de una disputa tan personal y latida que en ella se estruja toda la condiciónhumana.Lareyertacontralos desafíos, interiores y de fuera, que acompañaron su existencia y la relación que con la escritura tuvo, vigente muchos años después.
Tanto así que constantes reconstrucciones de su vida y ensayos
acerca de su obra ocupan los escaparates de novedades, sin distinguir rúbrica o formato. Como ahora las 14 recreaciones gráficas que publica Peter Kuper (Nueva Jersey, 1958) en Kafkiana, “interpretación y búsqueda” de una voz traducida a una técnica llamada esgrafriado (aproximación a la xilografía).
Como a muchos, ustedes, quien escribe, a Kuper la obra de Kafka le llegó pronto. Y en él, todos, permaneció vibrantes sus contenidos de humor y oscuridad, al grado de aportar registro en su obra como prolífico autor de cómics con más de 20 libros publicados, entre los que destacan sus Diarios de Oaxaca y Nueva York y las ilustraciones de la obra de Lewis Carroll.
En sus afanes por “ilustrar” a Kafka, Kuper reafirma la puntería de unos textos llenos de circunstancia, incredulidad, falsedad y calladas advertencias, al tiempo que nos revela la simultaneidad entre la obra del autor de La metamorfosis y algunos de los primeros creadores de cómics de la época y la región, como Lyonel Feininger y Winsor McCay. “Aquellas tiras podrían haber sido escritas sin problema por el propio Kafka”.
Kafka murió hace casi cien años, recuerda el artista gráfico norteamericano, sin embargo, sus relatos “resuenan como Kafkiana. Traducción Ce Santiago, Sexto Piso, México, 2019, 160 pp. si los hubiese escrito ayer”. Su vigencia en este mundo, “cada vez más un reflejo del adjetivo kafkiano”, bien podía acompañarse de estas blanquinegras viñetas que, a la vez que las voces originales, nos siguen susurrando al oído.
Comprender cualquier pequeño detalle, escribió en alguno de sus relatos el escritor judío, basta para comprender todas las cosas, incluidas las pequeñeces del porqué gira un trompo. Fruto misterioso de la literatura, aun no deliberado, que bien pudiéramos parangonar en nuestros renovados acercamientos a la obra kafkiana, ahora desde la iniciativa gráfica de Peter Kuper.