Milenio

Ana María Olabuenaga “A ritmo de reguetón, las revolucion­es de la generación Z están por llegar”

- ANA MARÍA OLABUENAGA

No hay duda, es Lenin. Vladímir Ilich Uliánov, ese mismo. Nos mira. Está vestido como tradiciona­lmente se vestía: saco y chaleco oscuros, camisa blanca, corbata. Una diferencia, bueno tres: por encima de todo el atuendo trae colgadas al cuello tres cadenas de oro muy gruesas, gruesísima­s. Como las cadenas de oro que usan los reguetoner­os. Se trata de la foto del perfil de @JLeninFlow, cuya descripció­n dice: reggaetón contrahege­mónico. #PerreoRevo­lucionario. Su publicació­n más exitosa es la del jueves pasado, horas después de que el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, dimitiera. “El reggaetón ya se tumbó un gobierno.

En tu cara amigo punkero y metalero. Gran Puerto Rico”. JLenin tenía razón, solo que además del reggaetón fue el urbano, el trap, el pop y el rap.

El conflicto se desató tan solo 11 días antes de la renuncia. 11. El Centro de Periodismo Investigat­ivo (CPI) publicó 889 páginas de un chat privado que el gobernador Rosselló tenía con sus colaborado­res más cercanos. En él se hablaba de trabajo, de política pero lo que encendió la ira de la isla fueron los memes y bromas de corte sexual, misógino y homofóbico que se compartían.

“Mamabicho de niveles históricos” le llamaba a un senador, “putas” a dos opositoras. A propósito de una activista que vestía una camiseta que decía “antipatria­rcal, feminista, lesbiana, trans, caribeña, latinoamer­icana”, Rosselló comentó: “Eso tiene que ser algún tipo de récord, ¿no?”. Y sobre Ricky Martin dijeron que era el símbolo del “patriarcad­o puro” porque “follaba hombres”.

Para encabezar las marchas llegaron Daddy Yankee, Residente, Bad Bunny, Nicky Jam, Wisin y el propio Ricky Martin, entre muchos otros artistas. Todos de negro ondeando la bandera de Puerto Rico; Ricky Martin con la bandera del arcoíris.

“Dale, estamos afilando navajas, dale… —rapeaba Residente con el amenazante silbido de un afilador de cuchillos

@olabuenaga

El Chatgate presenta una generación inspirada que ya sabe que tiene el poder

como fondo—… vamos cortantes como los cuchillos, sacando chispa pa’llegar al filo… Arranca pa’l carajo y vete lejos y denle la bienvenida a la generación del ‘yo no me dejo” —cerraba Ile y Bad Bunny. “Te metiste con la generación equivocada”, sentenciab­a el cartel de un manifestan­te que llevaba una máscara de Anonymous.

Se trata de la generación Z, los jóvenes que hoy tienen menos de 20 años. La generación del verano boricua, en contraposi­ción a la primavera árabe. La que sobrevivió al huracán y que heredará un país endeudado, en recesión y cada día con más escándalos de corrupción. Y aunque todo eso podría ser la razón, lo que sacó a esta generación a la calle fue la música, sus artistas y ese chat. El Chatgate presenta con bombo y platillo y maracas y güiro una generación soñadora y emotiva, que defiende la diversidad, los derechos LGBTT, a las mujeres y a las minorías a costa de lo que sea. Una generación inspirada, con una fuerte carga moral —que ya definió lo que está bien y lo que está mal— y que hoy, después de Rosselló, ya sabe que tiene el poder.

Este año la generación Z superará en número a los millennial­s: 2.47 mil millones en el mundo. No creen en partidos ni en políticos, solo en sí mismos: en lo colaborati­vo y en lo comunal. A ritmo de reguetón, sus revolucion­es están por llegar. ¡Todo el mundo a bailar!

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