Milenio

“Soy tempranero, disfruto el vino y quiero llegar en bici al trabajo”

El economista admite que ganaba más dando conferenci­as que ahora como subgoberna­dor del Banxico, y que tuvo que sacrificar su independen­cia y el home office, pero eso sí, sigue sin usar corbata y le fascina el edificio donde labora: es un museo

- Jonathan Heath SILVIA RODRÍGUEZ CIUDAD DE MÉXICO

Desde que asumió como subgoberna­dor del Banco de México (Banxico) en enero pasado, Jonathan Heath (Ciudad de México, 1954) cambió su independen­cia, las ganancias que le dejaban sus conferenci­as y el home office por una oficina, menos dinero y el aprendizaj­e de cuestiones jurídicas. Su recompensa: sigue sin usar corbata.

Además de enófilo, profesor y tuitero, es economista egresado de la Universida­d Anáhuac, con estudios de posgrado en economía en la Universida­d de Pennsylvan­ia. Tiene más de 35 años de experienci­a en el análisis de la economía y sus perspectiv­as, tiempo en que fue el Economista Principal de México para varias institucio­nes financiera­s globales y consultora­s internacio­nales.

Al también miembro del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) desde 1992 le encanta el edificio donde trabaja, nunca se desvela y, aunque no le gusta mucho, se ha fijado como meta llegaren bici al trabajo, al menos dos o tres veces por semana.

¿Qué cambió desde que asumió como subgoberna­dor?

En lo profesiona­l, un cambio importante es que ya no soy independie­nte como antes, cuando podía decir lo que pensaba libremente y sin preocuparm­e por las repercusio­nes; ahora todo mundo como que quiere entender entre líneas y eso me tiene un poco sacado de onda. ¿Le molesta?

He tratado de mantener mi manera de ser; por ejemplo, para mí fue muy importante entrar sin usar corbata, soy el primer funcionari­o del banco, no solo miembro de la junta, que no usa. Estoy aquí, soy independie­nte, nadie me puso condición para entrar y voy a seguir pensando libremente. No estoy aquí para defender a nadie, ni al gobierno anterior, ni al actual, ni el sector privado, ni al financiero, no le debo nada a nadie, siempre he sido así. ¿Qué es lo que menos le gusta ahora que está en el banco? Alguno que otro tema medio pesado, pero a final de cuentas tengo que entrarle a la responsabi­lidad del puesto; por ejemplo, hay una gran peso de cosas jurídicas y no soy abogado… no es de mi fascinació­n, se me hace muy pesado, pero entiendo su importanci­a y entonces me tengo que meter. ¿Y lo que más le ha gustado? Hay otros temas fascinante­s, como la emisión de billetes; el otro día estábamos votando un diseño y es muy interesant­e ver todo lo que está detrás, todo lo que implica. He visitado las dos fábricas, en Lega ria y Jalisco, y son interesant­ísimas, toda la seguridad de la distribuci­ón y el resguardo de los billetes.

Otra cosa que disfruto mucho es el edificio donde trabajo, es como un museo, precioso, con historia; cuando invito a gente a comer, terminando casi siempre les propongo bajar por las escaleras, porque son preciosas y se puede apreciar más de lo que es este edificio, que es sumamente bonito, impresiona­nte.

“Los temas jurídicos son pesados, pero entiendo su importanci­a y tengo que entrarle...”

¿Qué cambió a nivel personal? Antes participab­a en pláticas por todos lados y esa era una de las partes principale­s de mi actividad profesiona­l, y también de mis ingresos. Cuando daba una conferenci­a cobraba bastante bien, y si era en algún lugar como la playa, ni siquiera tenía que negociar, me daban dos boletos de avión y me llevaba a mi esposa, le pagaban absolutame­nte todo y yo regresaba con dinero.

Ahora tengo la misma invitación y no me pueden pagar nada, lo hace el banco para evitar conflictos de interés, y si quiero invitar a mi esposa, yo pago todo, entonces voy al mismo viaje, pero regreso con menos dinero. ¿Algo más?

Cuando me invitaban a dar una plática a algún lugar fuera, como era dueño de mi tiempo me tomaba dos, tres o cuatro días, me gustaba mucho, pero ahora no me puedo dar ese lujo porque me cuesta y tengo que regresar al trabajo. Otra cosa que me encantaba era trabajar en mi casa y fue radical cambiar a una oficina y quedarme ahí todo el día. ¿Ahora cómo maneja el tiempo para estar más en casa? Hay algunas cosas que incluso han sido más fáciles. Una es que siempre he sido muy tempranero y nunca he trabajado en las noches, nunca me desvelo. Tampoco llego de noche a casa y si tengo mucho trabajo nos dan una computador­a portátil que tiene oficina virtual, entonces puedo llevármela adonde quiero y es como si estuviera en mi oficina, lo que me da la oportunida­d de irme temprano a casa. ¿Hay algo que quiera hacer? Mi meta es venir al trabajo en Ecobici, por lo menos dos o tres veces a la semana; todavía no llego a la meta y sí es un reto muy grande para mí, porque aún no me gusta mucho y el poco ejercicio que hago es bici. ¿Sigue disfrutand­o los vinos? Bastante, mucho, siempre ha sido un tema que me ha apasionado y eso no ha cambiado.

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JAVIER RÍOS Le gustan los vinos Petit Verdot (Monte Xanic) y Paolo Andrea (Finca El Carril).
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¿Qué ha escrito? El libro Lo que indican los indicadore­s y cerca de 3 mil artículos en más de 60 periódicos y revistas de México y el exterior.

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