Boeing y el canto de las sirenas para recomprar títulos
Entre 2013 y marzo pasado, retiró 200 millones de acciones, devolviendo 43 mil mdd a tenedores
Desde el 11 de marzo aerolíneas dejaron en tierra el 737 Max, tras el desplome de un avión de ese modelo de Ethiopian Airlines. Una de las curiosidades del mercado accionario estadunidense moderno es su fuerte preferencia por las recompras de acciones. En lugar de encontrar medios rentables para sus fondos, que mantienen de efectivo al invertir internamente, las corporaciones se encogen de hombros y simplemente devuelven las cosas en masa.
La idea de reducir el número de acciones en circulación adquirió su propio impulso, y las recompras se convirtieron en un importante motor del desempeño del mercado de valores. En los últimos años, los miembros del S&P 500 aumentaron su gasto en sus propias acciones, el año pasado retiraron 4 por ciento de la capitalización del índice. Ese es equivalente a 800 mil millones de dólares.
Esas recompras no solamente las llevan a cabo empresas maduras, cuya necesidad de inversión podría ser menor. Incluyen acciones de crecimiento tales como compañías de tecnología y aquellas con grandes necesidades de inversión, entre ellos los grupos farmacéuticos y de defensa. De hecho, uno de los que más ha gastado en los últimos años ha sido Boeing, el gigante del sector aeroespacial.
La compañía puede parecer un extraño candidato para un gran programa de recompra. Su negocio de aviación civil implica enormes proyectos que abarcan varios años en los cuales se ponen en riesgo miles de millones de dólares de capital. El programa para el 787 Dreamliner, por ejemplo, duró ocho años y su costo fue de 32 mil mdd.
Sin embargo, Boeing encontró el espacio financiero para derrochar en sus propias acciones. Entre 2013 y el final del primer trimestre de este año, retiró un neto de 200 millones de acciones, devolviendo 43 mil millones de dólares a los tenedores. El número en circulación se redujo en 25 por ciento.
Una de las razones por las que pudo hacerlo fue debido a los ahorros en el último programa de aviones de la compañía, el ahora tristemente célebre 737 Max, que se puso a tierra después de dos accidentes recientes en los que murieron 346 personas. En lugar de construir un avión completamente nuevo, Boeing simplemente implementó nuevos motores de bajo consumo de combustible en una estructura existente modificada. Eso redujo significativamente los costos de desarrollo del fuselaje del proyecto, de acuerdo con las personas con información de la compañía. En su lugar, Boeing pudo redirigir algunos de esos “ahorros” para recomprar acciones.
Ilustra una decisión que muchos directores ejecutivos toman voluntariamente: darle prioridad a las recompras sobre la inversión. En esto, no han recibido otra cosa más que aliento de sus patrocinadores financieros. Las recompras de acciones parecen una buena apuesta para los inversores que se enfocan mucho en el rendimiento del precio de las acciones en el corto plazo en comparación con las ganancias inciertas (y a más largo plazo) del desarrollo de nuevos productos.
Las recompras son, después de todo, la forma más pura de ingeniería financiera. A diferencia de los dividendos especiales, no solamente ajustan el balance general, sino que brindan un giro adicional al reducir el número de acciones en emisión. El resultado es manipular al alza el número de ganancias por acción, a veces de manera bastante drástica. En el caso de Boeing, su efecto fue aumentar las ganancias por acción el año pasado entre 20 y 25 por ciento en comparación con lo que hubiera ocurrido sin las recompras desde 2013.