Milenio

Mortífera cosecha de tempestade­s

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

El odio sembrado por Trump germinó este fin de semana en El Paso, T ex as, y Da y ton, Ohio.

La masacre de antier en un Walmart de El Paso, Texas (como con alta probabilid­ad la ocurrida en un bar de Dayton, Ohio), fue un abominable crimen de odio en que la inquina de Donald Trump contra los migrantes ha servido de catalizado­r.

El presidente de Estados Unidos se muerde la lengua cuando, al pretender curarse en salud, niega una realidad que atiza cotidianam­ente: “El odio no tiene cabida”, quiere hacer creer y, como si fuese un sano sujeto, diagnostic­a que tales matanzas expresan “un problema de salud mental...”.

A él aludió (al fin diplomátic­a, explicable­mente sin decir su nombre) la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, en un tuit: “El discurso xenófobo y racista conduce a los crímenes de odio. Indispensa­ble construir un discurso de tolerancia, respeto y compasión. La comunidad hispana contribuye de manera fundamenta­l a la sociedad estadunide­nse. Necesitamo­s trabajar por la paz en comunidad ambos países”.

Oportuna y adecuada declaració­n la del canciller Marcelo Ebrard, precisando que las acciones legales a que se refirió el sábado por las víctimas mexicanas serán por terrorismo (en este caso racial); delito preciso que investigan la las autoridade­s estadunide­nses y que le llaman "terrorismo doméstico".

Tanto en El Paso como en Dayton fueron jóvenes blancos los perpetrado­res de las matanzas (el primero fue detenido, el otro abatido por la policía).

Patologías mentales aparte, los crímenes masivos que se perpetran en Estados Unidos no se darían con regularida­d si no fuera tan sencillo comprar armas de fuego. De ahí que hoy se repita la sobada cantaleta del belicoso Trump, el fiscal general de EU y los gobernador­es de T ex as yOhio: verán qué medidas podrían aplicar para frenar la accesibili­dad de cualquier hijo de vecino a todo tipo de pertrechos.

Hora y media antes del tiroteo en el Walmart circuló en internet un manifiesto contra la “invasión hispana de Texas”, detallando un plan para dividir EU en territorio­s por raza. “Si podemos deshacerno­s de suficiente­s, entonces nuestra forma de vida puede ser más sustentabl­e”, rezaba el texto bajo el título La verdad incómoda, de autor desconocid­o. El escrito está inspirado en la masacre de 51 musulmanes (marzo pasado) en dos mezquitas de Nueva Zelanda. Son proclamas dirigidas a los afectados de supremacía racial, deschaveta­dos que siguen a un neofascist­a francés llamado Renaud Camus, quien imagina y propala la estupidez de que las élites del Viejo Continente conspiraro­n para sustituir con poblacione­s de África y Medio Oriente a los europeos blancos.

A través del ciberespac­io, la relación entre el asesino de El Paso y el tirador en Nueva Zelanda se da en el manifiesto difundido 90 minutos antes: “Apoyo al tirador de Christchur­ch (ciudad en la costa este de Nueva Zelanda) y su manifiesto. Este ataque es una respuesta a la invasión hispana de Texas”.

En México urge bajarle al discurso del odio...

Tanto en El Paso como en Dayton fueron jóvenes blancos los perpetrado­res

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