Valeria Moy
“Si se quiere combatir la pobreza, tiene que mejorar el ingreso”
En los últimos días se presentó información económica relevante para el país. La semana pasada el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares 2018 (ENIGH) a partir de la cual el Coneval publica las cifras de pobreza.
La ENIGH es amplia en todos los sentidos. Su cobertura se incrementó a más de 87 mil viviendas y se capturó de forma conjunta la información de los ingresos y de los gastos de las familias. Quizás el resultado más relevante de la ENIGH 2018 es la disminución de los ingresos totales en relación con
2016. El ingreso total promedio de un hogar por trimestre fue 53,012 pesos. De ese total, el ingreso corriente (quitando percepciones financieras) fue en 2018 —en promedio por trimestre— 49,610 pesos. En 2016 fue 51,748, una disminución de 4.1%.
La desigualdad de los ingresos, medida por el coeficiente de Gini, disminuyó tanto antes como después de transferencias. La distribución del ingreso se compactó. Los ingresos de los primeros siete deciles se incrementaron ligeramente y los de los tres deciles más altos disminuyeron. El del décimo bajó 11.2%. Los estados con mayores ingresos fueron la Ciudad de México, Nuevo León y Baja California Sur y aquéllos con los menores son Chiapas, Guerrero y Oaxaca. El ingreso del más bajo — Chiapas— cabe casi tres veces en el de la CdMx.
Hay problemas intrínsecos en la medición del ingreso. Es común que la gente mienta a la baja cuando se le pregunta su ingreso. Sucede en cualquier estrato, probablemente por temor a ser fiscalizados o a perder beneficios sociales si reporta n tener ingresos superior esa los límites establecidos en los programas de transferencias. El ingreso estás ubre portado yels ubre porte puede ser considerable.
En México la medición de la pobreza considera ingresos y acceso a ciertos derechos sociales. De entrada, si el ingreso está subreportado, la pobreza estará sobrerreportada.
El Coneval presentó ayer el análisis de los últimos diez años. Intentando ser optimista, hay algunos avances, pero pocos y lentos. En 2008, el porcentaje de población en pobreza era 44.4%, en 2018 fue 41.9%, corresponden a casi 49.5 millones de personas en 2008 y a casi 52.5 millones el año pasado. Quizás lo más relevante del informe es la información relativa al ingreso. La población con ingresos por debajo de la línea de pobreza en 2008 fue 49%; en 2018, 48.8%. El porcentaje de la población cuyo ingreso no alcanza para cubrir las necesidades básicas alimenticias —con el que se mide la pobreza extrema— es el mismo para 2008 y 2018: 16.8%. Diez años de estancamiento.
Los magros avances se han dado por la cobertura de los derechos sociales, no por la vía de los ingresos. Si se quiere combatir estructuralmente la pobreza, no únicamente de forma asistencial, lo que tiene que mejorar es el ingreso. Si ese fue el avance cuando la economía crecía aproximadamente al 2%, pensemos cuál será creciendo al 0.4%.
Como señala el informe de Coneval, en diez años, el ritmo de disminución anual de la pobreza ha sido 0.24 puntos porcentuales al año. La política social no ha funcionado. Parafraseando a Einstein, hacer lo mismo esperando resultados diferentes es la definición de la locura.