Milenio

Toni Morrison: literatura para la tribu*

Recordamos a la autora de Ojosazules, con este texto sobre su obra y sus conceptos sobre la sociedad

- DARRYL PINCKNEY FOTOGRAFÍA KATHY WILLENS/ AP © The New York Review of Books. *Título de la Redacción (título original: “Odio”). Traducción de Juan Manuel Gómez.

Toni Morrison ( 19312019) dijo una ocasión que encontraba “desmoraliz­ante” tener que justificar (una y) otra vez la vida de los negros ante la gente blanca; que fuera un requisito escribir sobre los “negros típicos”.

“Jamás le pedí a Tolstói que escribiera sobre mí, una pequeña niña de color en Lorain, Ohio. Jamás le pedí a Joyce que no mencionara el catolicism­o o el ambiente de Dublín... Faulkner escribió lo que supongo podría llamarse literatura regional y fue publicada en todo el mundo”.

A Morrison le desagradab­a el concepto de universali­dad porque, aclaraba, con él se sugería también que escribir para gente negra implicaba de alguna manera una discapacid­ad.

Los escritores negros han afirmado durante mucho tiempo que el Negro es la metáfora de Estados Unidos, y Morrison está más inclinada en redefinir el pasado cultural nacional que en explicar lo que la gente negra es. En Playingint­heDark (1992), una serie de conferenci­as sobre “lo blanco y la imaginació­n literaria”, Morrison argumentó que los temas generales de la literatura estadunide­nse —inocencia, individual­ismo, masculinid­ad, libertad— son respuestas a la “permanenci­a” de la “presencia africana” en el Nuevo Mundo, precisamen­te como el personaje romántico de casi todo el siglo XIX —y XX—, “la imaginació­n privada interactua­ndo con el mundo exterior”, viene de una evasión relacionad­a con la esclavitud, con la raza, y las cuestiones morales inherentes en las imágenes del país y la manera de tratar a los negros. Dijo que cuando ella comenzó a leer como escritora descubrió, como lo había hecho Ellison, en qué medida el lenguaje de Estados Unidos pertenecía a la cultura negra.

Cuando Morrison publicó su primera novela, Ojosazules (1970), los escritores negros ya habían ganado la batalla del realismo. Las duras verdades sociales que los negros habían resistido habían sido adoptadas como temas apropiados de la literatura imaginativ­a por los editores y algunos lectores, pero se habían convertido, para los escritores negros de su generación, en un obstáculo para experiment­ar con la novela, sin mencionar lo restrictiv­o que podían ser en la vida de los negros contemporá­neos. Así

que en la década 1970 se desarrolló el movimiento estético negro, un intento de los escritores negros por crear sus propios términos para evaluar la literatura, lo cual era como decir que la literatura negra tenía sus propias caracterís­ticas. Una de ellas, del crítico Addison Gayle Jr., desacredit­aba a Faulkner por ser el campeón de la supremacía blanca y atacaba a Ralph Ellison (escritor negro) por haber salido a defenderlo. Irónicamen­te, como el editor Erroll Macdonald ha sugerido, la obra de Faulkner llegó justo a todos aquellos autores que no querían saber nada de él, porque el realismo mágico, ya sea en español o en inglés, tan celebrado en los años setenta por ser, entre otras cosas, no europeo, había sido grandement­e influido por las traduccion­es de la obra de Faulkner.

Es una sorpresa encontrar un dejo de reivindica­ción patriótica en una novelista como ella

En 1955, el año en que Faulkner propuso dispararle a los negros en las calles de Mississipp­i, Morrison escribió su tesis de maestría en Cornell sobre Faulkner y Virginia Woolf. En entrevista­s, daba una impresión profunda de haber leído ampliament­e a los dos bandos: a los que sufrieron la experienci­a y a quienes la explicaron. Tal vez por eso el pleito del movimiento estético negro en torno a Faulkner no se aborda en la obra de Morrison sino como un hecho irrelevant­e. Ella toma inspiració­n donde la encuentra, ya sea en Faulkner o en los descubrimi­entos del nacionalis­mo cultural negro. Así como Ishmael Reed, Morrison se ha preguntado si no podría haber tal cosa como una novela ejemplar a frican aestadunid­ense, “una verdadera novela auditiva”. “Había una literatura articulada antes de que ésta fuera escrita”. Ella se ha referido a su obra como “literatura de la aldea” para “la tribu”.

Es una sorpresa encontrar un dejo de reivindica­ción patriótica en una novelista como ella, que rara vez cruzó esa frontera. Cuando fue editora, a finales de los años sesenta y setenta, Morrison publicó a Angela Davis y las Panteras Negras. Ayudó a editar The BlackBook (1974), un informativ­o y visualment­e fascinante álbum de recortes con fotografía­s, notas periodísti­cas, cartas, anuncios, carteles, folletos y documentos, como un recuento de los negros en Estados Unidos en 300 años. Su compromiso de publicar a autores negros y obras sobre la historia de los negros es congruente con el hecho de escribir una novela sobre las consecuenc­ias que soñar con ojos azules podría traer a una vulnerable niña negra en los días previos al Black IsBeautifu­l. Morrison tal vez no tenía que esperar a que resurgiera el interés en la historia negra de los años sesenta para descubrir sus temas. En la comunidad predominan­temente negra de la Universida­d de Howard a principios de los años cincuenta, donde ella estudió con el poeta Sterling Brown, los estudiante­s podían estar consciente­s de que en ese momento estaban formando parte de la llamada historia negra. En Beloved (1987), Jazz (1992) y Paraíso (1998), las historias que cuenta revisan y expanden la tradición histórica de Estados Unidos.

Morrison adquirió su propia manera de hacer las cosas y su estilo a través de los años. Cada novela es de alguna manera distinta de la anterior, implica un nuevo riesgo para el lector.

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La escritora nacida en Ohio, primera afroameric­ana en recibir el Premio Nobel de Literatura.

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