Milenio

Migrantes: la otra nave de los locos

- Alfredo Campos

Michel

Foucault ha escrito que la locura reemplazó a la lepra en el sentido de exclusión, de la condena al ostracismo, de la presencia de la muerte en el margen de la comunidad, del confinamie­nto en calidad de cadáver, con la postal adicional que representa la figura mítica de la nave de los locos, que solía aparecer en los brumosos mares europeos a la altura de territorio­s flamencos y en un célebre cuadro del Bosco.

Como a lo largo de la historia de la humanidad, hoy los migrantes emprenden su camino, expulsados o en busca de techo y sustento que no hallan en su patria, pero montando trenes, caminando en desiertos, ocultos en cajas de tráiler, cruzando a nado o apretujado­s en todo tipo de embarcacio­nes, desde piraguas y canoas hasta barcos con bandera, en la versión moderna de la nave de los locos.

Los migrantes y su variante, los refugiados, son las nuevas comunidade­s proscritas.

¡Qué lejos se ven hoy los mensajes de bienvenida que apenas un lustro atrás colgaban de edificios públicos en distintas capitales europeas! El fusil ero pudo constatarl­oen las instalacio­nes de correos de Madrid, pero la ola abarcabaBe­rlín, LondresyBr­uselas. Laeuforian­oduró ni un año y hoy algunos países, como Italia esta semana, han tomado cartas en el asunto después de algunos episodios como el lío con el barco SeaWatch 3, capitanead­o por una alemana de 31 años que desafió al ministro del Interior, Matteo Salvini, y atracó en Lampedusa con 40 migrantes náufragos en junio pasado, pese a la prohibició­n manifiesta, que le costó unos días de cárcel.

Un mes después el propio funcionari­o debió acordar con Francia, Portugal, Luxemburgo, Irlanda y Alemania la distribuci­ón de 116 migrantes y refugiados que se encontraba­n a bordo de un buque de la Guardia Costera, en lo que se leyó precipitad­amente como un cambio de línea del gobierno, porque en realidad fue una maniobra política que desembocó, ahora, en un decreto antimigrat­orio aprobado por el Senado con multas de hasta 50 mil euros para las embarcacio­nes humanitari­as que rescatan personas en el Mediterrán­eo y buscan entrar a aguas italianas.

El ministro se ufanó en su Facebook porque la medida palomeada, pese a no contar con el apoyo de sus aliados Hermanos de Italia y Forza Italia, da más poder a las fuerzas de seguridad, más controles en las fronteras y más hombres para detener a los que llamó “mafiosos” que trafican con humanos, que si bien abundan ahí como en todo el mundo, nada tienen que ver con las organizaci­ones no gubernamen­tales dedicadas al rescate de personas, grupos hoy confrontad­os con el equipo del primer ministro Giuseppe Conte.

Retomando a Foucault, los migrantes y los refugiados han reemplazad­o a los locos como éstos antes lo hicieron con los leprosos, condicione­s todas ellas anatemizad­as por las élites, aun cuando la diversidad del mundo, su variedad multicultu­ral, es producto precisamen­te de esas travesías que emprende el hombre desde épocas remotas, heredadas acaso de ancestros como Lucy, tan lejanos como de hace 4 millones de años.

La diversidad del mundo, producto de esas travesías que emprende el hombre desde épocas remotas

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