Migrantes: la otra nave de los locos
Michel
Foucault ha escrito que la locura reemplazó a la lepra en el sentido de exclusión, de la condena al ostracismo, de la presencia de la muerte en el margen de la comunidad, del confinamiento en calidad de cadáver, con la postal adicional que representa la figura mítica de la nave de los locos, que solía aparecer en los brumosos mares europeos a la altura de territorios flamencos y en un célebre cuadro del Bosco.
Como a lo largo de la historia de la humanidad, hoy los migrantes emprenden su camino, expulsados o en busca de techo y sustento que no hallan en su patria, pero montando trenes, caminando en desiertos, ocultos en cajas de tráiler, cruzando a nado o apretujados en todo tipo de embarcaciones, desde piraguas y canoas hasta barcos con bandera, en la versión moderna de la nave de los locos.
Los migrantes y su variante, los refugiados, son las nuevas comunidades proscritas.
¡Qué lejos se ven hoy los mensajes de bienvenida que apenas un lustro atrás colgaban de edificios públicos en distintas capitales europeas! El fusil ero pudo constatarloen las instalaciones de correos de Madrid, pero la ola abarcabaBerlín, LondresyBruselas. Laeuforianoduró ni un año y hoy algunos países, como Italia esta semana, han tomado cartas en el asunto después de algunos episodios como el lío con el barco SeaWatch 3, capitaneado por una alemana de 31 años que desafió al ministro del Interior, Matteo Salvini, y atracó en Lampedusa con 40 migrantes náufragos en junio pasado, pese a la prohibición manifiesta, que le costó unos días de cárcel.
Un mes después el propio funcionario debió acordar con Francia, Portugal, Luxemburgo, Irlanda y Alemania la distribución de 116 migrantes y refugiados que se encontraban a bordo de un buque de la Guardia Costera, en lo que se leyó precipitadamente como un cambio de línea del gobierno, porque en realidad fue una maniobra política que desembocó, ahora, en un decreto antimigratorio aprobado por el Senado con multas de hasta 50 mil euros para las embarcaciones humanitarias que rescatan personas en el Mediterráneo y buscan entrar a aguas italianas.
El ministro se ufanó en su Facebook porque la medida palomeada, pese a no contar con el apoyo de sus aliados Hermanos de Italia y Forza Italia, da más poder a las fuerzas de seguridad, más controles en las fronteras y más hombres para detener a los que llamó “mafiosos” que trafican con humanos, que si bien abundan ahí como en todo el mundo, nada tienen que ver con las organizaciones no gubernamentales dedicadas al rescate de personas, grupos hoy confrontados con el equipo del primer ministro Giuseppe Conte.
Retomando a Foucault, los migrantes y los refugiados han reemplazado a los locos como éstos antes lo hicieron con los leprosos, condiciones todas ellas anatemizadas por las élites, aun cuando la diversidad del mundo, su variedad multicultural, es producto precisamente de esas travesías que emprende el hombre desde épocas remotas, heredadas acaso de ancestros como Lucy, tan lejanos como de hace 4 millones de años.
La diversidad del mundo, producto de esas travesías que emprende el hombre desde épocas remotas