Milenio

“El índice de confianza del consumidor nunca había ligado cinco bajas al hilo”

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Disculpe que comience con una pregunta doméstica, ¿está usted pensando en cambiar el refrigerad­or? Casi podría apostar que no. Y aunque me diga que eso de que haga hielitos le da igual y que el ruido que tiene viene y se va, en realidad el problema no es su refri. El problema está en que hay menos probabilid­ades de que ni usted ni nadie piense en cambiar el refrigerad­or este mes, a diferencia del mes pasado y del anterior, y del que vino antes y otro más. Un índice sutil, simbólico: la confianza. ¿Confía el que sí decide hacer el gasto en ese refri de color grafito, despachado­r de agua, dos cajones para verduras y 14 pies cúbicos, en que habrá dinero para llenarlo mañana? Un índice que se debate entre el optimismo y el pesimismo. Un índice que ondula con el ánimo y que hoy está a la baja. Los mexicanos nos estamos poniendo pesimistas.

El índice de confianza del consumidor se mide en México desde el año 2000. Buen año para empezar a cuantifica­r. Vicente Fox había ganado las elecciones. Los mexicanos estábamos optimistas, esperanzad­os, inspirados: por fin íbamos a escribir una nueva historia. El índice subía, tocó sus máximos. Y sucede que cuando estamos de buenas y tenemos confianza en el futuro, el chorrito de shampoo con el que nos lavamos el pelo por la mañana es un poco más generoso, la mayonesa no solo se le pone a una, sino a las dos rebanadas del sándwich y sí, tal vez se antoja cambiar el refrigerad­or y tener uno que haga hielitos.

Se lo dije en diminutivo, pero ahora piénselo en grande. Ese chorrito al que le sumamos todos, significa millones de botellas, crecimient­o en ventas, en comercio, en industria, en empleos y en país. Si sube y suben las ventas, se pueden hacer pronóstico­s de expansión y contrataci­ones; si baja y bajan las ventas, son necesarios los recortes y las estrategia­s alternas. Por eso es importante el consumo y por eso es relevante el índice.

Y sucede que después de casi 20 años ese índice volvió a tocar sus máximos con este gobierno. La gran mayoría de los mexicanos estaban optimistas y esperanzad­os. Era de esperar el crecimient­o, había confianza. Sin embargo, algo pasó. A partir de este febrero viene bajando. Nunca en la historia desde que se mide el índice se habían ligado cinco bajadas al hilo. Nunca.

Cuando la confianza en el futuro baja, además de restringir las galletas y lograr la proeza de extraer del tubo toda la pasta de dientes, la gente hace tres bajadas: baja el consumo: compra menos; baja la categoría, es decir, quizá ya no compre pañuelos desechable­s y se conforme con que el papel de baño sirva para más funciones, y baja la marca, es decir, compra marcas más económicas, inclusive marcas propias de la tienda. Las tres cosas están pasando.

Los opositores a este gobierno siempre pensaron que económicam­ente al país le iba a ir mal, ellos estaban pesimistas desde la elección; lo sorprenden­te es que con este indicador y las ventas a la baja, pareciera que los que están a favor también pensaran que, aunque siguen seguros de su elección, económicam­ente nos va a ir peor.

Desde febrero cae y a partir de que se mide el índice, nunca se habían ligado 5 descensos al hilo

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