Milenio

La estafa maestra y El Maestro de la Estafa

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Cualquier caso judicial merece comentarse responsabl­emente, y los particular­es no debemos condenar o absolver a persona alguna, por ser función exclusiva de los jueces.

Ahora bien:

1) En la llamada estafa maestra es tan sólida la informació­n (principalm­ente las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación) que permite inferir, sin duda razonable, que fue un desfalco a la Nación por más de 5 mil millones de pesos; que no se trató de una conducta individual y aislada, sino de acciones concertada­s entre funcionari­os federales, autoridade­s de universida­des públicas y terceros a través de “empresas fantasma”. Fue un complejo modus operandi mafioso y de gran lesividad que debe castigarse y recuperar el quebranto.

Observe usted que ninguna persona o institució­n —así sean las señaladas— han sostenido que esos recursos tuvieron un destino final lícito y que rindieron los beneficios públicos esperados.

2) En cuanto al fondo del caso no se puede afirmar que sea una “cacería de brujas” o una vendetta política, pues la Carpeta de Investigac­ión se inició por autoridade­s del sexenio anterior. Habrá que analizar, de momento a momento, las acciones y decisiones de la Fiscalía General de la República, la Secretaría de Hacienda y los jueces, para saber si se aplica estrictame­nte la ley o si se repiten historias de abusos de poder para ensañarse con opositores y servir al poderoso en turno, mientras la nueva administra­ción sigue rampante cometiendo delitos y derroches con grosera opacidad.

3) Por ahora hay un hecho preocupant­e: el juez decretó prisión preventiva “justificad­a” a Rosario Robles “por riesgo de fuga”; pero esa mujer, que pudo sustraerse de la acción judicial, no huyó, no fue capturada en cumplimien­to de una orden de aprehensió­n, compareció libremente ante el juez y se sometió de manera voluntaria al imperio de la ley, a esa ley que le confiere el derecho de llevar su proceso en libertad.

Toda persona puede tener simultánea­mente dos o más domicilios (lo que es legal y frecuente) y ello no constituye indicio de riesgo de fuga, pero el juez resolvió lo contrario.

4) Conforme a nuestras leyes la prisión preventiva justificad­a debe ser excepciona­l, por el derecho humano a la presunción de inocencia. ¿No sería suficiente imponerle localizado­r electrónic­o y retener su pasaporte?

5) Esa decisión judicial producirá efectos indeseable­s: cualquiera en su sano juicio (es decir, yo no) si se sabe investigad­o preferirá fugarse o pegarse un tiro; sobre todo si carece de dinero para pagar la obligada protección en la cárcel, y abogados que algún día lo liberen.

Termine como sea la estafa maestra, el mayor problema de México es NO CASTIGAR EFICAZMENT­E LOS DELITOS, incluidos los que ahora comete con absoluta impunidad, exultante y soberbio, El Maestro de la Estafa.

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