¡Arriba las mujeres!
El lenguaje no sirve de nada si no hacemos revolución con la palabra y con los actos
Tenían que ser bravas, tenían que levantar la voz junto con ciertos destrozos que, perdón, se pueden arreglar; tenían que armar megaescándalo para decir basta de violencia, violaciones, secuestros, asesinatos. No es posible que la policía NO haga su trabajo, que las autoridades se la pasen diciendo que van a investigar hasta las últimas consecuencias y NO sea efectivo; que nunca encuentren a los misóginos, machos, valientes con pistola al cincho; que salgan los detenidos por un día, un mes, o escasamente un año.
Sí: tenían que dar el campanazo, romper cristales, levantar llamas, azuzar a la sociedad políticamente correcta que todo el tiempo dice estar con las causas justas, siempre y cuando NO los molesten con manifestaciones que no les permitan pasear a pie, correr en auto o para sacar a sus perritos. NO. Había que despertar a la incivilizada Ciudad de México —y el país— de su letargo. Había que pintar bardas, así sean monumentos históricos. Se limpian y ya. Una violación, un embarazo no deseado, golpes en la cara o en el estómago se quedan para siempre en el inconsciente donde el miedo manda. Basta ya.
Se lanzaron a las calles y sorprendieron a aquellos que piensan que las mujeres NO mandan en su mente. Ahora vemos que dirigen sus vidas al centro de sí mismas, sin razonar más que en los mecanismos de defensa de su equidad. Les ganaron a las feministas cómodas de la academia, del instituto; la de la foto con el funcionario del sexenio en turno, como Marta Lamas. Se adelantaron a las retrasadas feministas que ayer fueron vanguardia y hoy son discurso convencional.
Ya no soportan ser noticia de muerte día con día bajo el nombre de “feminicidio”. No soportan que las defiendan con discursos; quieren hechos, leyes que lleven a la cárcel a sus asesinos. El lenguaje no sirve de nada si no hacemos revolución con la palabra y con los actos. Porque sí, porque mueren sin justicia. Igual como siguen asesinando gente del gremio LGBT+ y aun hay quienes desde el anonimato critican a esas guerreras que la noche del jueves despertaron al país. Pobres gays que olvidan que los movimientos LGBT+ fueron igual de contestatarios ante medios de comunicación —que no nos defendían—, de leyes que nos escatimaban, de derechos humanos que nos quitaron sin pedir permiso más que a la Iglesia y a sus súbditos que no distinguen la separación de la Iglesia y el Estado. Justicia ya.
Hay que rebelarse. Hace bien a una nación dormida. Andrés Manuel López Obrador tiene la posibilidad de pasar a la historia si hoy SÍ cumple verdaderamente los derechos incuestionables de las mujeres. Que termine la masacre de cuerpos. Que concluyan las vejaciones. Nunca más una ley que no lleva a la justicia de la mano. Que ellas sean las únicas que pueden decidir sobre sus cuerpos, para hacer el amor, para tener o no hijos, para casarse o vivir como les plazca: en aventura, en amasiato, casadas o solteras. Acabar con el machismo es tarea de las mujeres para terminar con la violencia intrafamiliar, que se calla por vergüenza. Que nadie se asuste, paremos el miedo atrapado y saquemos fuerza para estar con su causa. No existe el vandalismo cuando de despertar conciencia se trata.
¡Arriba las mujeres!