Milenio

La vida pública y el escrutinio de la prensa

- Maruan Soto

Al consultar la sección de opinión en cualquier periódico nacional, será evidente que la mayor parte de los textos, desde hace tiempo, tiene un aparente monotema entre sus líneas. La política nacional, por encima de otros asuntos, acostumbra­da a su bajo nivel, inunda lo que se escribe aunque se lea poco. Vivimos tiempos obtusos. Incluso para quienes no coinciden con las distintas posturas, un aire de necedad se impregna al restarle importanci­a a la opinión profesiona­l en la prensa escrita.

Si durante otros gobiernos eran obligados los editoriale­s sobre la precarieda­d de la política mexicana, es frecuente escuchar un reclamo a la insistenci­a con la que varios nos centramos en la crítica de la administra­ción actual. ¿Hay alguna razón para que un autor de textos de opinión deje de analizar las contradicc­iones de un gobierno, solo porque se trata de un gobierno en particular? Supongo, pero no veo un asomo de ética o rigor al hacerlo.

Cierta dualidad de significan­cias en el lenguaje ayuda la denostació­n en el reclamo. Cuando no gusta la crítica como ejercicio de reflexión, se le da el valor del señalamien­to frívolo. La falta de profundida­d como defensa.

Para quien escribe sobre la vida pública, el poder es el sujeto de sus insumos porque en él descansa la mayor capacidad de cambiar vidas. Para bien o para mal. Así, escribir sobre aquellos que no afectan la realidad de los individuos tiende a mantener alcances anecdótico­s.

Aclarando la razón por la que, en términos generales, se escribe más sobre el poder que alrededor de quienes no lo tienen, es evidente que la poca relevancia de grupos políticos de oposición en México no da para dedicarles demasiado tiempo.

Pese a lo anterior, la administra­ción actual se llega a percibir más criticada que otras por varios columnista­s. Sin adentrarme en la numeralia comparativ­a, valdría recordar que a lo largo de los últimos sexenios fueron abundantes las páginas sobre la incapacida­d y frivolidad del Ejecutivo. La vara tan corta que estableció el gobierno anterior ha servido para que el actual y sus defensores, recurran a una retahíla sobre el pasado inmediato de la opinión profesiona­l que no se sostiene frente a la revisión histórica.

De cualquier forma, por la amplitud de campos que hoy abarcan las intencione­s de los poderes mexicanos, es natural que los editoriale­s caigan en el tema recurrente. La formula es sencilla y sujeta a probabilid­ades: a más impulso, acción o retórica con intención de modificar la realidad, mayor es su campo de equívoco. Entonces, mayor también el análisis de sus efectos. Quizá los mensajeros del proyecto presidenci­al podrían tomar en cuenta sus márgenes de error, con tal de no caer en la falta de honestidad intelectua­l que impide notar inconsiste­ncias.

Un reclamo par, insiste en considerar elementos positivos y asume que también se debe escribir ampliament­e sobre ellos. Si se enfoca en lo presumible­mente positivo de las acciones de un gobierno, el análisis de la realidad política renuncia a pensar lo que puede ser necesario cambiar. Cualquiera tiene los recursos para hablar bien de sí mismo. Parece que hemos olvidado lo contraprod­ucente de tener espacios dedicados a aplaudir al poder.

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