¡Ahí viene el Monterrey!
De nuevo, la tal Liguilla. A estas alturas no sé todavía si inscribir el término con la correspondiente mayúscula o si ponerlo aquí como un simple palabro inventado por nuestros mercaderes futbolísticos.
Ah, pero qué emocionante y qué trepidante y qué vibrante y qué palpitante nos resulta la experiencia a los aficionados. Los equipos se juegan la vida en un par de partidos —ida y vuelta— sin ningún mañana y sin aspirar ya a la más mínima clemencia del Altísimo por exhibir los modos futbolísticos que acostumbran en el llamado “torneo regular”.
Siguen perdiendo algunos y ganando los otros, es cierto, pero ya por disposición expresa de los dioses y no por desidia, haraganería o simple dejadez de los jugadores. A lo largo de las 19 jornadas de la competición en la que había que cosechar puntos para colarse a la fase final, la aritmética parecía más importante que el propio balón y el sentimiento de que había siempre un mañana —excepto para los equipos que nunca pudieron salir del fondo de la tabla— apaciguaba las ambiciones personales.
Y, en efecto, hubo conjuntos tan bendecidos por las divinidades del balompié que sí lograron conseguir su lugarcito en la fiesta grande, a pesar de todos los pesares: ahí lo tenemos, al Monterrey, para mayores señas. Llegó de panzazo, como se dice, en el último lugar y, miren ustedes, le anotó ni más ni menos que cinco goles a Santos, el que mandaba, el líder de la tabla de posiciones, el que le sacaba ventaja a todos.
Sorpresas de la Liguilla, pues sí. Y pudiere todavía acontecer que ese colista —con la plantilla mejor remunerada de todo nuestro subcontinente, hay que decirlo— logre levantar el título. No sería algo justo, desde luego. Pero ¿desde cuándo ha sido el futbol un asunto de premiar a los más constantes, o a los más esforzados, si un equipo en racha puede, en una buena tarde, derrumbarlo todo y desafiar los más probados pronósticos? Monterrey parece tener la palabra, señoras y señores.
Llegó de panzazo y le anotó ni más ni menos que cinco goles a Santos, el líder de la tabla