“Una vieja práctica con nombre propio: sportswashing”
Tenemos que entender la importancia de la sanción de la UEFA al Manchester City con dos años sin poder competir en Europa, además de una multa económica de 30 mde. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que puede significar, en caso de cumplirse la sanción y no ser apelada con éxito, un parteaguas en el mundo del futbol de clubes de élite. Más allá de los intereses y política que envuelve este caso de incumplimiento al fair play financiero (FFP) de la UEFA, el golpe sobre la mesa por parte del organismo europeo es una declaración de guerra a las relativamente nuevas prácticas que se han implementado en este sector. Desde que llegaron empresarios, familias reales y poderosos conglomerados de Qatar, Abu Dhabi, Rusia y China a meter mano en la rebanada de pastel más grande que significa el balompié del Viejo Continente, el rumbo del deporte global ha dado un gran giro. Clubes modestos queriendo disfrazarse de grandes a través de billetazos. Los reflectores ya los tienen, pero el prestigio no se compra ni la historia se borra. Que no se confundan las nuevas generaciones, antes de que el Abu Dhabi United Group comprara al City en 2008 y comenzara a cosechar títulos locales en 2011, habían pasado ya más de 30 años de los pocos que había conseguido el club que aun así sigue sin figurar a escala continental. En papel, y a
Los reflectores ya los tienen, pero el prestigio no se compra ni la historia se borra
través de la implementación que hizo Platini con el FFP, la sanción es una llamada de atención a las trampas económicas que realizan equipos como el City o el PSG (que sigue en investigación), pero a su vez es una manera de castigar una vieja idea ahora con nombre propio incluso acuñada por el diccionario Oxford: sports washing. Un lavado de reputación a través del deporte que tiene diversos ejemplos a lo largo de la historia como lo que intentó Hitler con Berlín 1936 o incluso Putin con Rusia 2018. Hoy por hoy hablamos de naciones con poco respeto por los derechos humanos básicos, en el ojo del huracán por el trato a trabajadores migrantes, mujeres y sin libertad de expresión como Arabia Saudita o Qatar, pero que a su vez, en ocasiones con éxito, limpian su imagen organizando eventos de interés mundial y atrayendo con dinero a las máximas estrellas, o a su vez, utilizando a clubes y seguidores para promocionarse. La UEFA lo sabe ¿Seguirá permitiéndolo?