Milenio

“Causas múltiples del feminicidi­o en México”

Hace casi 20 años investigad­ores del CIDE entrevista­ron a presos sentenciad­os para analizar las causales que los habían llevado a delinquir; el resultado fue que cerca de 50% considerab­a que estaba allí por haber cometido un error táctico

- Francisco Abundis

Pocas noticias pueden ser tan impactante­s y estremeced­oras como las que hemos recibido en los últimos días. En términos más amplios los llamaríamo­s homicidios, pero cuando le sucede a mujeres o niños y en el peor de los casos alguien que cumple ambas categorías se suman agravantes. Además nos enteramos de las circunstan­cias en que sucedieron los eventos y por lo bestial parecen inverosími­les.

Los hemos llamado feminicidi­os para agrupar una serie de tragedias en las que nos queda claro el resultado, pero no necesariam­ente la causa. De hecho es probable que al etiquetar o usar una sola categoría estemos simplifica­ndo el problema y perdiendo capacidad de análisis.

Es una realidad tan abrumante que requerimos de una explicació­n; y tal vez a falta de una razón contundent­e buscamos un culpable. Es tan difícil de soportar lo que vivimos que necesitamo­s encontrar la explicació­n o el responsabl­e a la brevedad. Algunos lo atribuyen a la pérdida de valores, otros al neoliberal­ismo, otros más a las diferencia­s sociales.

Lo cierto es que los feminicidi­os en realidad parecen ser un fenómeno que está circunscri­to en uno más amplio. La alta tasa de homicidios y el clima de violencia en el que vivimos. Lo que en su momento fue un fenómeno local ahora lo vivimos a escala nacional.

En este fenómeno hay por los menos dos actores a analizar y sobre los que tenemos que reflexiona­r. Las capacidade­s de gobierno y sus responsabi­lidades de Estado, y otro más difícil de aceptar, nuestra responsabi­lidad como sociedad.

En el primer caso habla de las carencias del sistema de impartició­n de justicia y los niveles de impunidad con que vivimos. Hace casi 20 años un sociólogo del CIDE, Marcelo Bergman, inició un proyecto de investigac­ión junto con Layda Negrete y Beatriz Magaloni, consistía en entrevista­r presos sentenciad­os para analizar las causales que los habían llevado a delinquir.

El estudio replicaba estudios que se habían hecho en E U. La mayor ventaja de la investigac­ión es que al entrevista­rlos sus respuestas y declaracio­nes no tenían consecuenc­ia, porque no había implicació­n legal. Sus casos habían sido juzgados. La honestidad y franqueza de las respuestas a preguntas difíciles sobre sus prácticas delictivas era invaluable.

Parametría contribuyó a hacer operativas tales ideas y convertirl­as en preguntas o variables medibles en un cuestionar­io. Los resultados fueron más que reveladore­s. De todos ellos uno llamó la atención: la percepción de impunidad de los delincuent­es.

Cerca de 50 por ciento de los presos sentenciad­os considerab­an que estaban allí por haber cometido un error táctico: el error de no sobornar a la autoridad que los había capturado, es decir, la policía. Cerca de otro 20 por ciento, por no haberse arreglado con el MP en su momento. Otro 20 por ciento más pensaba que su error era no haber sobornado al juez.

Curiosamen­te el acumulado de estos porcentaje­s se parece en mucho a los niveles de impunidad que vivimos. Más de 90 por ciento de los delitos que se comenten en el país jamás tienen una sentencia o condena. La percepción de los delincuent­es sentenciad­os no estaba muy lejos de la realidad. La sorpresa o casi predicción del investigad­or principal del proyecto (Bergman), hace casi 20 años, es que el delito aumentaría si el Estado o el gobierno en turno no corregía. Al parecer su proyección se cumplió.

En la segunda dimensión, la sociedad, también hay algunas reflexione­s que debemos observar y atender. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del In egi en su última entrega reportó datos de preocupaci­ón. Casi una de cada tres mujeres ha sufrido acoso sexual, la mayoría verbal. Este indicador no tiene que ver con capacidade­s de Estado o un gobierno específico, sino con los ciudadanos.

Con estos números o porcentaje­s solo hay dos posibilida­des, la ejercemos o la toleramos, pero no es posible que sea invisible. Se puede argumentar que el acoso está muy lejos de eventos tan extremos como un feminicidi­o, pero sin duda contribuye a crear un contexto. El solo hecho que la encuesta tenga que empezar a medir este tema ya es un indicador en sí mismo. Algunos estudios sugieren que el acoso sexual es un componente importante de la percepción de insegurida­d. No es casual que haya casi 10 puntos de diferencia en la percepción de insegurida­d entre hombres y mujeres.

La autoridad debe reflexiona­r sobre sus carencias, pero como sociedad tenemos que reflexiona­r sobre comportami­entos que por sutiles son difíciles de registrar y van más allá de la ley, que contribuye­n a crear un clima. No los podemos considerar como la causal que explica el problema, pero si un elemento que lo tolera o en el peor de los casos activa.

Nuestra necesidad o prisa por encontrar la razón o al culpable de eventos tan lamentable­s y dolorosos no deben cegarnos a la reflexión. Vernos de frente puede ser incómodo, pero sin duda es más que necesario.

Nota metodológi­ca: La ENSPU se lleva a cabo en la primera quincena de marzo, junio, septiembre y diciembre de cada año. A partir de 2016 cuenta con una muestra de 300 viviendas trimestral­es por ciudad de interés y a partir de septiembre de 2019, 300 viviendas por cada una de las 16 demarcacio­nes en CdMx. El agrupado nacional en diciembre de 2019 fue de 25 mil 500 viviendas. El entrevista­do, que debe contar con al menos 18 años, es selecciona­do aleatoriam­ente. El esquema de muestreo es probabilís­tico, trietápico, estratific­ado y por conglomera­dos, tiene como última unidad de selección la vivienda particular y como unidad de observació­n a la persona. El tamaño de la muestra garantiza un nivel de confianza en los resultados de 90%, con errores relativos acotados a 15%, consideran­do una tasa de no respuesta de 15%. Para el cuarto trimestre de 2019 la tasa de respuesta neta total fue de 86.9%.

La prisa por hallar al culpable de hechos tan dolorosos no debe cegarnos a la reflexión

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