Mujeres, el desafío que no vio venir
Pocos especularon que el día que iba a marcar una ruptura en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador iba a llegar apenas rebasado el año de gestión. No parece aventurado recordar que una parte de los observadores, sobre todo sus opositores, apuntaba a que el desencanto vendría por el lado económico, dado el estancamiento en curso, y otro segmento más bien hacía cuentas a partir de los índices de inseguridad, que no ceden e hicieron quedar mal al propio Presidente y a su secretario de Seguridad, que juraban empezar a corregir el desastre heredado en el primer medio año.
En el transcurso de la euforia del triunfo y el arranque coronado por 30 millones de votos apareció en el horizonte un movimiento, en el exterior, destapado en primera instancia por una actriz acaso no con los reflectores de las grandes figuras de Hollywood, pero estrella de cine al fin, Rose McGowan, quien acusó a un productor de abuso, lo que derivó en una carta ahíta de firmas de mujeres que compartían la indignación y algunas más que se decían también víctimas del monstruo que hoy todos conocemos: Harvey Weinstein. El escándalo derivó en el movimiento #MeToo e incluso en un diferendo con las artistas europeas, que encabezadas por Catherine Deneuve cuestionaron algunos puntos de sus colegas gringas.
El tema parece haber tomado al Presidente por sorpresa
El efecto de la protesta femenil en México desató a su vez un episodio de inconformidad ydenunciacibern ética, basada en redes sociales y con múltiples testimonios anónimos, con un par de suicidios asociado sala difusión de los mensajes.Pero esa estrategia contra el acoso y el abuso sexual, antes que disminuir, desembocó en una ola de denuncia también por la violencia que acaba en el homicidio de las mujeres tipificado como feminicidio, reflejado en protestas callejeras con pasamontañas y pintas a paredes y monumentos.
Exceso de información a procesar acaso, el tema parece haber tomado al Presidente por sorpresa, por llamarlo de alguna manera, y acabó señalando al neoliberalismo como el responsable de la muerte de la niña Fátima y pidiendo a las manifestantes no rayar paredes. A diferencia de Enrique Peña, a quien sorprendió la realidad a media gestión, a AMLO el asunto que soslayó por la euforia del triunfo está poniéndolo en un apuro. Un apuro mayor. Y no se ve que reaccione.