Líbano apunta a la ‘mano exterior’
El presidente Michel Aoun señala la posibilidad de que «un misil o una bomba» causara las explosiones de Beirut; las protestas contra la élite dirigente se reactivan hoy
Poco a poco, el dolor va dejando paso a la rabia. Mientras los equipos de rescate apuran las horas para salvar a los últimos supervivientes de entre los escombros, las brigadas de voluntarios limpian las cenizas y el país se sobrepone a la muerte y la destrucción que sembró en Beirut la explosión de una nave llena de nitrato de amonio, la ira crece.
A una primera hipótesis de negligencia ya apuntada por la investigación preliminar, el presidente libanés, Michel Aoun, añadió ayer que existe la posibilidad de la intervención de una mano exterior en forma de misil o bomba. Aoun señaló tres líneas que se están investigando sobre las causas de la explosión que ha provocado, según el último balance, al menos 154 muertos, decenas de desaparecidos y más de 5.000 heridos –120 de ellos en situación crítica–. «La causa todavía no se ha determinado. Hay una posibilidad de que se deba a una injerencia externa, por medio de un misil o una bomba o cualquier otro acto», aseguró el presidente Aoun en declaraciones a los medios libaneses. Las otras causas que se investigan son una negligencia o un accidente.
Según el dirigente, la investigación se está desarrollando a tres niveles. «Primero, cómo el material explosivo entró en el país y quedó almacenado; segundo, si la explosión fue resultado de una negligencia o un accidente y tercero, la posibilidad de que fuera una interferencia exterior», declaró.
Su aliado, el líder del partidomilicia chií Hizbulá, Hasan Nasrala, negó «categóricamente» que el grupo almacenara «armas» en el puerto de Beirut. «Las explosiones son un incidente nacional que no debe ser politizado ni llevado al sectarismo, lo que tendría resultados funestos», advirtió. Para Hizbulá, este incidente «no puede ser olvidado ni ignorado» y lo que «es importante ahora es la investigación y la rendición de cuentas», dijo. «Nadie debe ser protegido».
Pero para muchos ciudadanos, la tragedia de Beirut es el último fogonazo de una élite política corrupta y negligente. Conatos de protesta se vivieron ayer en las calles de la herida ciudad. Los llamamientos para echar abajo el sistema político que surgieron con fuerza en octubre se han renovado ahora y ya hay convocada para esta tarde una gran manifestación en la Plaza de los Mártires, epicentro de meses de protestas. En las redes, muchos señalan con furia a los políticos con el hashtag «colgadles». El jueves por la noche, grupos de personas intentaron saltar los controles policiales que acordonan el Parlamento libanés, algunos armados con piedras. La policía disparó gases lacrimógenos.
Los pocos parlamentarios que estos días se han atrevido a visitar a los afectados fueron despachados con abucheos. En otra muestra de cólera, varios manifestantes atacaron el jueves el convoy del ex primer ministro Saad Hariri y se enfrentaron a sus guardaespaldas en el centro de Beirut. Sólo el diputado druso Marwan Hamade, que ha sido varias veces ministro y sobrevivió a un atentado en 2004, ha tomado la decisión de dimitir para mostrar su indignación por la catástrofe.
La clase política es hoy más