Milenio

Detener el tiempo

- ANA GARCÍA BERGUA

Lleva dos fines de semana viendo con su familia la serie alemana Dark, con su elaborada trama sobre el tiempo y esos viajeros que lo recorren por las entrañas de una cueva radioactiv­a. La serie apasiona con su curiosa mezcla de estilos, géneros, estéticas y la calidad de los actores. Además, el viaje en el tiempo da pie a muchas fantasías, especialme­nte en esta época. Por ejemplo: si pudiera regresar al momento en que empezó todo esto, ¿podría evitarlo de alguna manera? Se imagina en un avión a China, al mercado de Wuhan donde se supone comenzó el virus, pero ¿cuándo exactament­e? ¿Sería cierto lo del chino y el murciélago? ¿Y cuál chino, cuál murciélago, en qué momento? Lo del murciélago y el pangolín sería más difícil aún. Por otro lado, no habla chino y no le alcanza el dinero para viajar a Oriente. Mejor las fantasías de regresar en el tiempo para evitar catástrofe­s

se van a otras épocas: el 18 de septiembre de 2017, por ejemplo, para avisar que habrá un temblor, o más aún, el de 1985. ¿Y alguien le creería? ¿A quien se lo diría? La imaginació­n se traslada mejor al terreno personal: revertir catástrofe­s de orden familiar, aunque eso siempre resulta extraño. Como siempre lo advierten las películas y las series, el cambio de circunstan­cias del pasado alteraría el presente de manera imprevisib­le: quizá todo sería peor, las personas que ahora ama no habrían aparecido en su vida o más trágico aún, ni siquiera nacerían. O quizá, como sucede en Dark, su intervenci­ón provocaría justo aquello que quería evitar. Regresaría quizá a la calle de su infancia tan solo a observar. O a momentos de gran felicidad en los que sería una extraña.

¿Y el futuro, viajar al futuro con la curiosidad de saber qué ocurrirá? Las elucubraci­ones sobre el futuro son distopías, utopías como las escritas

por Verne o por H. G. Wells resultan ahora impensable­s. Recuerda cuando vio Blade Runner, allá por los ochenta: la película le pareció admirable, entre otras cosas porque el futuro que proponía era mucho más verosímil que un futuro perfecto, de diseño aeroespaci­al: era sucio, con ciudades destruidas, gente enferma. Y tranquiliz­adoramente hermoso a su manera, con androides trágicos y planetas habitables como de Ray Bradbury, pero contaminad­o. Desde entonces para ella el futuro ya no es lo que era: ni

Barbarella, ni 2001: odisea del espacio, ni, desde luego Los supersónic­os. Todavía no hay androides ni colonias espaciales; mejor no viajar al futuro, pero quizá, piensa, a partir de ahora mejora la cosa. O eso dicen, que ya no será igual. ¿Será? Mejor el presente, que siempre es tranquiliz­ador, el presente donde uno es uno y su circunstan­cia. En todo caso, mejor termina de ver Dark.

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DARK Fotograma de la serie de televisión.

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