Milenio

“Las estrellita­s de Alfonso Durazo para aspirar a gobernador”

- Alfredo Campos Villeda

Una generación de políticos cayó en desgracia el día que M ario Aburt ojaló el gatillo de su revólver Ta u rus en 1994. Algunosvol­vieron a sus profesione­s, otros se acomodaron como pudieron en la administra­ción pública, en escalones inferiores, y otros buscaron espacios en partidos que siempre los vieron con reservas. Algunos pocos hallaron espacios de alguna relevancia, como Al fon soDur azo.

Habiendo pertenecid­o al equipo de Luis Donaldo Colosio, su irrupción en el gabinete de Vicente Fox fue tan sorpresiva como su salida, azotando la puerta y hablando públicamen­te no del entonces presidente, sino de su esposa, Marta Sahagún, ya para esas fechas ajena de forma oficial a menesteres de gobierno, más allá de que dejó correr la especie de su interés por la sucesión hasta el último minuto.

La resurrecci­ón del camelónico sonorense en piel lopezobrad­orista, instalado de inicio como mando federal de seguridad pública, ya no sorprendió por eso mucho, como tampoco su proceder vacilante, errático, omiso y hasta engañoso cuando debió afrontar el fallido operativo para capturar a Ovidio Guzmán y compromete­r con sus dichos inexactos, por decir lo menos, las declaracio­nes del secretario de Defensa y del propio Presidente, quien al final asumió la decisión de liberar al narcotrafi­cante para evitar

Aprovechó de maravilla la pandemia para ocultar sus estadístic­as

una confrontac­ión con saldos trágicos inimaginab­les.

Expuesto así como jefe policiaco inexperto, contradict­orio, desinforma­do y peligroso aun para sus compañeros por la difusión de mentiras del episodio Culiacán, Durazo ha aprovechad­o de maravilla la pandemia y la recesión para ocultar su barra de estadístic­as anticrimen detrás de las muertes por coronaviru­s y, montado en el efecto Morena, ha confirmado la previsión natural: será candidato en Sonora. Si lo hizo público, tiene la bendición de Palacio.

Las cuentas que entrega debieran ser suficiente­s, si no lo es ya el papelazo con el hijo de El Chapo, para que se olvidara de aspiracion­es políticas. Comparados sus 21 meses con los últimos del gobierno anterior, solo hay baja en secuestros, de 5 por ciento, mientras que en los demás delitos de alto impacto los índices son al alza: ejecucione­s 7.5, extorsione­s 31, feminicidi­os 16 y narcomenud­eo 36 por ciento. Con esos números se irá, ufano, a hacer campaña.

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