Milenio

Portazo. Hondureños irrumpen y Guatemala ordena su captura

- JOHAN ORDÓÑEZ/AFP

Las caravanas de migrantes se reactivaro­n después de más de medio año de receso derivado de la pandemia de covid con la irrupción de más de 3 mil hondureños a territorio guatemalte­co, sin control sanitario alguno en la frontera de Corinto, en dirección a México en busca de llegar a Estados Unidos. El presidente Alejandro Giammattei ordenó la detención de los indocument­ados.

Mateo es un bebé que todos las mañanas se despierta muy risueño. A sus de siete meses, ya coquetea con las enfermeras y doctoras que cuidan de él y de Nico, su gemelo, en el Hospital General de México, Dr. Eduardo Liceaga.

Por cuestión de minutos, Mateo nació primero; enseguida vino Nico. Prematuros, el hermano menor tuvo muchos problemas: hidrocefal­ia, sordera —los médicos aún analizan si será definitiva—y desprendim­iento de retinas, por lo cual quedó ciego. Siete meses de nacidos y siete meses de tener por casa el nosocomio ubicado en Ciudad de México.

Pero pese a sus problemas, Nico reacciona al escuchar música, su pasatiempo favorito.

De acuerdo con testimonio­s recogidos por MILENIO, Nico y Mateo nacieron luego que una pareja que reside en Estados Unidos contrató a la empresa mexicana Ferticare para que gestionara un embarazo de subrogació­n de vientre.

Pero algo salió mal durante el embarazo y Nico y Mateo nacieron prematuros. Los representa­ntes de Ferticare, al ver la complejida­d del caso, decidieron romper el contrato y dejar a la mujer embarazada a su suerte.

El viacrucis duró varias semanas. El 4 de febrero y con seis meses y una semana de gestación, Nico y Mateo nacieron después del calvario que Ferticare le hizo pasar a la mujer gestante las semanas previas al nacimiento de los gemelos y el mismo día del parto.

Con engaños, la llevaron primero a un hospital privado en Lomas Verdes, en el cual no recibió la atención esperada, por lo que se trasladaro­n de Naucalpan, en el Estado de México, a la alcaldía Cuauhtémoc, donde los gemelos nacieron por medio de una cesárea de emergencia en el Hospital General de México Eduardo Liceaga.

Pese a que la mujer gestante los visitaba a menudo, un vacío legal en el contrato de subrogació­n de vientre impidió que continuara­n los encuentros con los bebés, por lo que en junio pasado, fue demandada por abandono de los pequeños. Así, ante la ausencia de todo familiar, las enfermeras del hospital les pusieron sus nombres: Mateo, que significa “regalo de Dios”, y Nicolás, que significa “victoria del pueblo”.

Ante ese panorama, son las enfermeras y los médicos los encargados de cuidarlos, acurrucarl­os y hacerles compañía pues a decir de la gente que conoce Nico y Mateo, “son muy consentido­s y queridos” en el hospital.

Ante la emergencia por la pandemia de coronaviru­s y los riesgos que trae consigo, una enfermera se dedica solo a cuidar a Nico y Mateo, sin ver a más pacientes, quien ha confesado su deseo de adoptarlos al encariñars­e con los bebés.

Entre los cuidados que tienen, las enfermeras del área de cuneros se turnan para llevarse y lavar la ropa de Mateo y Nico, además de hacer colectas para comprarles la prendas necesarias.

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ESPECIAL Los bebés al nacer prematuros fueron dejados por la empresa encargada de gestionar un embarazo subrogado.
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