Drum Boogie
Mañana helada, el Centro de la ciudad no ha recuperado su caótico ritmo. La calle de Mesones está casi desierta, necesito comprar una batería, Cristóbal Martínez, mi extraordinario maestro de música, me recomendó un set precioso de drums que vendían en internet, de estilo compacto, pesa tan solo 9 kilos, estuche práctico, no quiero arriesgarme a que llegue roto por paquete ría, sé que elegir una batería no será fácil. Me imagino tocando, me parezco a Gene Krupa en la actitud, a veces es difícil creer que puedes serba ter is ta cuando casi toda la vida tan solo hasque hablan de música puerca, término que el escritor Alfo ns o For ssell describe en uno de sus cuentos sobre un hombre enamorado que bebía litros debo ur bon y conducía por carreteras fantasmas.
Voy por Mesones marcando con mis pasos y el cuerpo la canción Drum Boogie, así es como Cristóbal me ha enseñado a pensar la música, un plano abstracto que después aterrizo en mi cuerpo, tocar parece tan solo un acto mecánico, sé que ahí existe una mística del movimiento y sonido que es incomprensible hasta para el músico más virtuoso, pienso en mis evidentes limitaciones, solo disfruto, me dejo llevar por mis ficciones, soy la baterista estrella de un bar decadente, vivo evocando oscuros salones con humo, jazz, boogie, soul, ese olor a cuero de las voces melancólicas impregnadas de tabaco y cocteles pesados. El poeta Carlos Jäger una noche me reveló la existencia del alma, desde entonces me habitan sentimientos que no entiendo todavía, no tengo prisa, piensoenloúltimoquehablamoshaceunosdías,me gustaría ir con él a La Dominica, no recuerdo quién me dijo que la cortina de esa cantina estaba cerrada, hoy no tengo ánimo de comprobarlo.
A Mesones le guardo cariño por Casa Veerkamp, mi tienda favorita de música, me parece que los años se estacionaron en este lugar, mi estómago se encoge, sigo avanzando hasta el cruce con Bolívar. No entiendo nada del hit hat, es mi punto débil, lo descubrió Cristóbal, me aterrorizo ante su sonido porque me regresa a un hombre que tocaba jazz y que una madrugada se estrelló contra la realidad en su Mustang, tal vez un trago me ayude a elegir bien, La Vaquita tiene la cortina abajo, volantes pegados con cinta canela en ella, anunciando fumigación de plagas, ¿dónde estoy? ¿adónde se fue la ciudad? Música lejana sale de una ventana, una canción norteña que compuso Juanita Cruz, dicen que vivía cerca de aquí, la interpretaban sus hijos: Moy Cruz y Los Lobos de laFrontera,sellama:EslabónporEslabón,nosésiviven, creo que migraron a Los Ángeles California, me pregunto si podré soportar la pérdida de los últimos lugares en los que me bebí mi juventud, ¿adónde vamos cuando ya no existen nuestros lugares? hora de internarme, se trata de lo que perdemos…recuerdo tu arrepentimiento, no quisiste que te comprara una guitarra, me pregunto si Bolívar, la calle de la música que hoy luce triste, volverá a soñar.