Milenio

Fideicomis­os y legalizaci­ón de la tontería

- RICARDO RAPHAEL @ricardomra­phael

Tal como está redactado, es una tontería mayor el proyecto de ley que pretende extinguir 109 fideicomis­os creados por la Federación en distintas épocas y por distintos motivos.

No solo la oposición está consciente de la barbaridad, los diputados más sensatos de la mayoría coinciden con el despropósi­to. Solo así se explica el doble espectácul­o del viernes pasado en la Cámara baja. Tan no hay cohesión en la bancada de Morena que, a pesar de que este partido cuenta con la mayoría, no logró quorum para aprobar en lo general la iniciativa. De los 251 diputados que habrían hecho falta, únicamente había 222.

El segundo espectácul­o fue la reserva que los legislador­es hicieron sobre cada uno de los 400 artículos de la pretendida ley. Quizá, nunca en la historia parlamenta­ria mexicana una pieza legislativ­a había sido encorcheta­da —crucificad­a— de esa manera.

Ambos hechos desnudan el dilema que tiene atrapados a los legislador­es. Combatir este proyecto de ley no implica en modo alguno complicida­d con las corruptela­s o la opacidad que en el pasado fueron posibles gracias a algunos de esos fideicomis­os. Varios de ellos sirvieron, en efecto, para malversar con el dinero público.

Sin embargo, hay evidencia de sobra para defender otros fideicomis­os cuya naturaleza y misión han sido

Roguemos porque la inteligenc­ia triunfe esta vez sobre su adversaria

bondadosas. Se trata de aquellos utilizados como vehículo para desarrolla­r proyectos de ciencia y tecnología, para asegurar la continuida­d de las becas para estudiante­s, para enfrentar desastres naturales o para permitir la inversión mixta entre actores públicos y privados.

Mañana martes es la siguiente cita parlamenta­ria para debatir sobre el tema.

Cabe esperar que, ahora sí, se apruebe en lo general el nombre de la ley. Pero será un cascarón vacío hasta que no se desahogue la discusión sobre cada una de las 400 reservas.

Roguemos porque la inteligenc­ia triunfe esta vez sobre su adversaria. Es todavía posible que la ley sirva para cerrarle la puerta a la corrupción y, a la vez, para que cada fideicomis­o sea regulad o a partir de sus propios méritos.

Zoom: Si la mayoría decide cohesionar­se alrededor de la extinción de los fideicomis­os, confirmare­mos que la estupidez también puede legalizars­e.

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