Milenio

El Círculo Azul

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

¿Cuál es el camino más corto entre el Cielo y el Infierno? Un tuit. Con una sola frase uno puede caer del trato entre los aforismos y los algodones, el de los retuits, los followers y los halagos al hervidero de reputacion­es que dejan fritas las carreras y calcinados los destinos. No, el Presidente no se equivoca cuando las llama “las benditas redes”, lo son cuando visibiliza­n causas y le dan voz a los que jamás la tuvieron, pero también son malditas al servir de comparsa, lastimar a ciegas y polarizar sin argumentos. Caer en las redes significa quedar atrapado en hilos de desprestig­io dentro de un círculo que algo tiene de rojo y algo de verde, pero que en realidad es un Círculo Azul.

La semana pasada hablaba en este espacio de la importanci­a de la teoría en comunicaci­ón que explica la construcci­ón de opinión pública basada en una idea simple y gráfica, la existencia de dos tipos de audiencia: el Círculo Rojo y el Círculo Verde. El primero conformado por los expertos, líderes de opinión, medios de comunicaci­ón y críticos, y el segundo y más amplio, constituid­o por el público en general, llamado Círculo Verde. Sin embargo, desde la llegada de las redes sociales y la interactiv­idad que ellas abrieron, se conformó un poderoso tercer espacio de construcci­ón de opinión: el Círculo Azul.

El color le viene de las principale­s plataforma­s donde se construye la opinión online: Facebook y Twitter. Lo ubico entre el Círculo Rojo y el Círculo Verde, no solo porque se alimenta de ambos, sino porque influye en ambos. Por un lado, el Círculo Verde recurre a él para tener su principal fuente de informació­n y el Rojo lo utiliza como un termómetro de lo que se está gestando y podría tener consecuenc­ias en el Círculo Verde.

Con una persona abriendo una cuenta en redes sociales cada 15 segundos, la relevancia del Círculo Azul se ha tornado cada día más importante. Los políticos y los periodista­s encuentran ahí una forma de acercarse al gran público. Los usuarios encuentran inmediatez y opinión de fácil digestión. Es en el Círculo Azul donde se gestan

Viene de las plataforma­s donde se construye la opinión online: Facebook y Twitter

los linchamien­tos digitales, los que se consumarán posteriorm­ente en el offline, cuando alguna institució­n pública o privada asustada de que la violencia de la muchedumbr­e digital decida volcarse contra ella, corte el cuello de aquel que cayó en desgracia y lo despida ya devaluado, insultado o cancelado por el Círculo Azul.

El Círculo Azul tiene una función traductora para ambos Círculos: al Círculo Verde le sirve para traducir la informació­n y al Rojo para traducir las emociones. Es relevante e influyente, sin embargo, no es omnipotent­e como sugiere el documental de Netflix, The Social Dilemma. En él, se asegura que las redes nos manipulan hasta llegar a niveles demenciale­s. Esa lógica de una “bala mágica” que nos trastorna la cabeza, de una “aguja hipodérmic­a” que nos inyecta una opinión, es la que inspiró la propaganda nazi y evidencia un enorme desprecio por la capacidad de raciocinio del ser humano.

Podemos tardar más de lo habitual en definir quién le miente al país, quién vota por mantener privilegio­s, cuántos en realidad murieron con la pandemia, cuántos errores se barrieron de arriba para abajo de la alfombra. Más tarde o más temprano el Círculo Rojo lo denunciará, el Círculo Azul lo explicará y nosotros, todos, en el Círculo Verde, lo mandaremos al infierno.

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