Milenio

‘Riders’ en la tormenta

- IÑAKI GIL

Van a cumplirse 50 años de la grabación de Riders on the Storm. A los más jóvenes de la cuadrilla el tema de The Doors no les suena. Pero quién no ha oído cómo ruge la tormenta, esos acordes iniciales que dan paso al estribillo machacón, «Riders on the storm/ riders on the storm» (Jinetes en la tormenta). El grupo de rock psicodélic­o improvisó en su estudio de Los Ángeles. La melodía es obra de Ray Manzarek (teclados) y la letra, de Jim Morrinson, cantante.

Tres estrofas de apariencia inconexa. Y pesimista. «Arrojados al mundo, como perros sin hueso»; un microrrela­to de «un asesino en la carretera» y esa llamada a la «chica»: «Tienes que amar a tu hombre, llevarlo de la mano...» Jim Morrison no les había dicho nada al resto de la banda, pero estaba decidido a irse a vivir a París con su novia. Al poco de llegar, en julio de 1971, murió. Oficialmen­te, de un paro cardiaco en la bañera de su piso no lejos de mi casa en París. Todos los grupos de turistas paran y los vecinos han puesto un cartel discreto en la ventana del 2º piso: «Aquí no murió Jim Morrison». Dicen los libros que murió de sobredosis en el retrete de un garito de Saint Germain y que el dueño obligó a los compañeros de juerga a que se llevaran el fiambre. Morrison fue enterrado en el cementerio del Père Lachaise, cien mil sepulturas, doscientos muertos ilustres, de Apollinair­e a Zamacoïs. La tumba se convirtió en lugar de peregrinaj­e juvenil que antaño bebían bourbon. Tras la muerte de Morrison, su canción entró en el hit parade. Y en seguida, en la leyenda.

Medio siglo después, la psicodelia es humo del pasado. En estos tiempo de pandemia, un rider es el mensajero que te trae comida a casa. Pedaleando, muchas veces. A toda leche, siempre. «Tú pide, ya vamos nosotros». Rápido. Eficaz. Barato.

Los riders de Glovo han sido noticia por una reciente sentencia del Tribunal Supremo, favorable a las tesis de los trabajador­es. Establece que «la relación entre un repartidor y la empresa tiene naturaleza laboral». En claro, Glovo no es una mera intermedia­ria entre clientes y riders. Éstos deben ser contratado­s y no camuflados como falsos autónomos.

La economía digital está llena de buenas ideas que hacen más fácil la vida. Sus promotores merecen sacar beneficios de ellas. Pero la nueva economía no puede cuadrar sus cuentas copiando las peores triquiñuel­as del viejo mundo. Parece que sólo existe la covid y la pelea política, pero en este mundo perro sigue habiendo jinetes cabalgando en la tormenta.

En estos tiempo de emergencia, un rider es el mensajero que te trae comida a casa

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