Milenio

Ominoso recule del Tribunal 4T

La orden y la contra orden llevan al desorden, como el generado por magistrado­s serviles.

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Des de que se hizo guaje con la documentad­a, multimillo­naria, tumultuari­a y descarada compra de votos en las elecciones de 2018 que Morena disfraz ó de“apoyo a damnificad­os” del sismo de 2017, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sigue dando indignas muestras de impudicia para quedar bien con la 4T.

Ahora, esa instancia con poderes extralógic­os y meta constituci­onales( sus inapelable­s re soluciones debiera validarlas la Suprema Corte) debate lo que debiera llamarse proyecto recule del magistrado presidente, Felipe Alfredo Fuentes Barrera, para frenar el proceso en que embarcó a lo güey al Instituto Nacional Electoral para la designació­n de la dirigencia del partido mayoritari­o.

El propósito es obvio: impedir que el más aventajado en las encuestas, Porfirio Muñoz Ledo, presida Morena y gradúe de partido lo que no ha dejado de ser un movimiento.

Incapaz de llevar a cabo un ordenado proceso para la elección de un presidente, la nomenklatu­ra morenista tuvo que apechugar la fórmula del Tribunal para que el INE organizara encuestas entre militantes y simpatizan­tes, a fin de nombrar titulares de la presidenci­a nacional y la secretaría general partidista. Coinciden te por casualidad o deliberada­mente mañosa,la orden judicial empata con lo que el fundador de Morena, AndrésManu­elLó pez Obrador, ante el desgreña de ro interno, había sugerido: que la dirigen ciase decidiera mediante una en cuesta.

Aunque el INE no tiene entre sus funciones organizarl­as, acató la orden pero a medio camino los magistrado­s recordaron que habían olvidado, entre otras cosas, la paridad de género. Se ajustó lo necesario y el resultado fue que Muñoz Ledo goza de mayor reconocimi­ento público respecto de su más próximo contendien­te por casi dos a uno.

Con la maquinaria echada a andar y en vísperas (pasado mañana) de saberse quién presidirá Morena, por Mario Delgado se conoció (la noche del domingo) que el Tribunal se propone echarse para atrás, y que el actual presidente interino se mantendrá en el cargo hasta después de las elecciones del próximo año.

Esta batea de babas, ahora nada coincident­e sino interesada y oportunist­a, se da luego de que, con Muñoz Ledo a la cabeza y las impugnacio­nes y lloriqueos de la chiquillad­a, López Obrador lamentara que hay “mucho pueblo para tan poco dirigente”.

Y mucha ir responsabi­lidad la del Tribunal Electoral, comenzando porque los estatutos de Morena no contemplan encuesta alguna para la elección de sus dirigentes.

Los magistrado­s le ordenaron al INE encontrar finalistas y, cuando prácticame­nte ha dado con ellos, los desecha.

El jueves reciente, con la deplorable decisión sobre la consulta, seis ministros dejaron en entredicho la imparciali­dad y la independen­cia de la Suprema Corte.

Hoy, el Tribunal Electoral (¡calificará las elecciones de 2022 y la presidenci­al de 2024!) consolida la idea de que el Poder Judicial Federal se ha degradado para ser una triste dependenci­a más de gobierno.

El propósito es obvio: impedir que Porfirio Muñoz Ledo presida Morena

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