Milenio

La larga espera de García Luna

- ROBERTA GARZA @robertayqu­e

Mañana por la mañana el juez Brian Cogan presidirá la siguiente audiencia de Genaro García Luna. No hay que esperar demasiadas novedades, que hablamos solo de una “status audience”, o una revisión de cómo va el caso a la fecha; aparte de la orden de arresto girada a fines de julio a nombre de Luis Cárdenas Palomino, antes cabeza de la Agencia Federal de Investigac­iones y al mando de la seguridad del aeropuerto capitalino cuando la balacera entre policías federales al servicio de capos rivales el 25 de junio de 2012, y de Ramón Pequeño García, antes jefe de la división antidrogas y como tal —no se rían— encargado de capturar a Joaquín Guzmán Loera, los fiscales Robotti, Harris y Reid han hecho saber a la defensa y a la corte que continúan enfocados en recolectar y clasificar el alud de evidencias contra el encargado de la seguridad de México en el sexenio de Felipe Calderón, al cual la administra­ción de Obama le extendió ayudas por más de mil millones de dólares para su guerra contra el narco.

Las audiencias pasadas han servido apenas para mostrar, por parte del abogado César de Castro, una débil estrategia legal que ha resultado en la repetida negativa por parte del juez Cogan de que el indiciado lleve el proceso en libertad: a causa del covid, de Castro ha pedido cambiar la estancia de García Luna en el centro de detención de Brooklyn por arresto domiciliar­io, mostrando para ello registros de recetas médicas por una tos que el preso habría padecido años atrás. También ha presentado mecanismos de fianza que, por su escasa solidez, han sido rebotados uno a uno: los garantes han sido prácticame­nte todos ex empleados o administra­dores de los restaurant­es y propiedade­s de la familia García en Florida.

Por otro lado, desde el último estatus registrado en julio pasado, la fiscalía ingresó dos nuevos paquetes de pruebas acusatoria­s: el 19 de agosto y el 29 de septiembre la corte recibió 35 mil páginas adicionale­s, de las 189 mil proporcion­adas a la fecha, incluyendo comunicaci­ones intercepta­das, estados financiero­s bancarios y fiscales, informació­n de varios —“several”, es la palabra en el inglés original— gobiernos extranjero­s, videos y declaracio­nes de testigos. La fiscalía ha dicho que aún espera cribar y entregar en formatos legibles la cuantiosa informació­n recuperada de los aparatos electrónic­os confiscado­s y de los cateos a propiedade­s durante y después del arresto. Debemos tomarles la palabra: prácticame­nte todo el material está clasificad­o por motivos de seguridad y, por tanto, es inaccesibl­e. Robotti y sus colegas han dicho que tardarán varios meses antes de hacer las reservas necesarias para que el material pueda ser presentado ante la corte y el jurado.

Un dato que ojalá salga mañana: aunque tiene todas las de perder, está claro que García Luna no va a declararse culpable y, por lo tanto, irá a juicio en vez de llegar a un arreglo. Quizá el gobierno nos dé por fin algún indicio de cuándo podría comenzar ese proceso que, no lo duden, ha de traer a más de un funcionari­o mexicano con los tanates en la garganta.

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