El problema no será la sana distancia
Hay muy pocos equipos en el futbol mexicano que puedan presumir de tener grandes asistencias a sus estadios. Sin duda son los Tigres y Rayados, ambos con sede en Monterrey, los que más cuentan con este factor, económico y motivacional, a su favor. Casi siempre juegan de locales con tribunas repletas.
Estos dos equipos regiomontanos sí que se han visto afectados por las restricciones que ha impuesto el gobierno para combatir los contagios por coronavirus.
Luego podemos hablar de un amplio grupo de equipos que tienen en promedio entre tres cuartos y la mitad de sus tribunas con espectadores: León, Pachuca, Santos, Xolos, Pumas...
Y abriendo un tercer sector están los que tienen de la mitad de su estadio para abajo: Atlas, San Luis, Necaxa, Puebla, Toluca...
Hay un grupo cuatro que resulta muy especial, pues ahí están tres de los llamados “grandes”. El América, las Chivas y el Cruz Azul. En los últimos años a los tres les ha ido muy mal pues sus estadios (el Azteca y el Akron) son muy grandes y complicados de llenar. Sobre todo, si no andan espectacularmente bien pueden tener ventas de tickets ridículas, pero tienen la ventaja de que en los llamados clásicos o en juegos atractivos por el calendario y la posición en la tabla pueden vender boletos a destajo.
Ahora que los aficionados vuelvan a tener autorización para asistir a un estadio me parece muy adecuado que el límite se sitúe sobre el 30 por ciento de la capacidad de cada escenario. Pero más importante es que en los pasillos se destine un espacio para colocar dispensadores de gel y que en los baños haya accesos controlados y que se cuente con jabón para lavar manos y agua suficiente.
No la sana distancia, que esa está asegurada. El reto mayor será el de adecuar y ampliar las instalaciones para que quienes asistan a un estadio se puedan lavar y limpiar de forma consistente y frecuente.
Más importante es que en los pasillos se destine un espacio para colocar dispensadores de gel