Los jugadores son el sistema
La crisis sanitaria produjo una sensación de abandono en muchos equipos, pero sobre todo, en las selecciones nacionales que, por primera vez, parecían destinadas al desamparo. Mantener un cuadro nacional en movimiento, ritmo y competición, depende de un calendario cada día más complicado que el virus, fue arrancando hoja por hoja.
Para México, el reto era mayúsculo. No solo se trata de buscar rivales, sino de aprovechar cualquier fecha, espacio y oportunidad, para mantener vivo un proceso que la pandemia estaba borrando por completo. Las ideas de Martino corrían el riesgo de perderse en el tiempo. Cuándo jugar y con quién jugar, empezaron a volverse preguntas difíciles de contestar; la única que no admitía dudas era: cómo jugar.
El partido contra Holanda tuvo un mérito excepcional. En la etapa más árida de su historia, la Selección Nacional Mexicana demostró una enorme capacidad para defender un estilo de juego que requiere muchas horas de trabajo en el campo. Los equipos que consiguen jugar de la misma forma en cualquier estadio y bajo cualquier condición, tienen un largo rodaje. No es el caso de México, que aterrizó en Ámsterdam olvidándose de una cuarentena que, como pudo verse con los holandeses, afectó su dinámica y claridad.
Martino logró conectar el talento de los jugadores de una forma práctica. Con muy poco margen para trabajar, ha puesto el foco en las cosas sencillas: el pase, el espacio, el movimiento y el balón. La pandemia exige a seleccionadores y seleccionados concentrarse en lo fundamental. No hay tiempo, ni lo habrá en los próximos años, para insistir en esquemas, tácticas, teorías y métodos científicos de juego.
Selecciones como México deberán confiar más que nunca en las virtudes de sus futbolistas y las sensaciones de su entrenador. La escasez de juego y partidos, obligan a devolverle el protagonismo a los jugadores: ellos son el sistema.
Martino ha puesto el foco en las cosas sencillas: pase, espacio, movimiento y balón