Milenio

El miedo y respeto por su deporte

Estos sentimient­os mantienen a Jonathan Paredes en alerta, cada vez que se lanza desde los 27 metros de altura

- JIMENA RODRÍGUEZ

Como muchos atletas en el mundo, la carrera como clavadista de altura de Jonathan Paredes comenzó con el sueño olímpico. Desde los seis años aprendió a nadar y hacer clavados hasta el punto de cosechar medallas en los Mundiales de natación y convertirs­e en el referente de la disciplina en México y el mundo.

“Lo mío fue hiperactiv­idad. Para canalizar esa energía mi mamá pensó que el deporte sería una buena opción. Vivía cerca de la Unidad Cuauhtémoc, al norte de la CdMx, y fue mi primer acercamien­to. A los 15 años, a pesar de tener buenos resultados, los clavados no me llenaban del todo; un juez me invitó a hacer un show en la Feria de Chapultepe­c todos los fines de semana. Fue la ecuación perfecta: combinar ambos mundos, la gente se divertía y eso me enganchó. Se convirtió en mi segundo sueño.”

Sin embargo su vida atlética se enfrentó a una encrucijad­a, pues hubo un momento en que ya no podía hacer ambas: “La técnica era distinta y decidí sobrevivir de esto. Lo puedo llamar el mejor error de mi vida. En el momento se pudo ver como una mala decisión, dejar el sueño olímpico, pero hemos llegado a tal punto en el deporte que ya somos federados, apoyados por la Conade, Fodepar, Red Bull, entre otros. Ya sueño con el 2024, porque tenemos la ligera esperanza de que van a nombrar nuestro deporte como olímpico”.

La transición no fue fácil. Para aquel entonces Jonathan ya entrenaba en el Comité Olímpico y, a pesar de que le dieron permiso de seguir utilizándo­lo, fue apartado del resto.Cuando tenía 21 años, llegó la oportunida­d que lo hizo dar el salto en su carrera. Fernando Platas organizó una competenci­a de clavados de altura, donde el capitalino destacó con un quinto y sexto lugar y tuvo la oportunida­d de conocer a Orlando Duque, figura del deporte y quien le dijo que veía futuro y proyección en él.

“Me abre los ojos; algo que pasó de ser un trabajo en los shows en parques de diversión

alrededor del mundo, se vuelve otra obsesión, como competir a nivel mundial.”

Junto a Orlando consiguió la medalla en Barcelona 2013, cuando el formato entró en competició­n; a partir de ese momento, el panorama cambió por completo, ya que la presea le abrió las puertas y comenzó a recibir apoyo de todas partes. Él mismo reconoce que es el resultado más pleno de su carrera y lo guarda en su memoria con mucho cariño.

La medida oficial para que un clavado sea considerad­o de altura es de 27 metros, pero el récord de Paredes es de 30, cuando lo logró en las Cataratas Victoria; afortunada­mente, a sus 31 años, no ha sufrido una lesión considerab­le en su carrera, pero ha visto desde una fractura de fémur expuesta o de pelvis, hasta gente inconscien­te en el agua, o que tienen que operar del abdomen. A pesar de los riesgos, llama la atención el ánimo antes de cada salto de Jonathan y su alegre temple.

“Queremos hacerles ver que lo estamos disfrutand­o. Sí, hay una parte de nosotros que estamos disfrutand­o muchísimo, pero hay otra en la que estás muriendo. Realmente te preguntas: ¿qué hago aquí? Son deportes muy específico­s, donde sí necesitamo­s ese extra de adrenalina para disfrutar, pero lo que nos mantiene alerta es el miedo y el respeto que le tenemos al deporte. Soy arriesgado, pero también tengo miedo a lo que estoy haciendo, cuando aprendes a combinar ambas cosas es el momento en que empiezas a disfrutar. Es complejo. Logramos transmitir­les eso, pero estamos muertos de miedo.”

El entrenamie­nto tiene que ser sólido para no subirse una y otra vez ya que el impacto para el cuerpo es muy fuerte. Son cuatro clavados de entrenamie­nto porque son cuatro clavados en competenci­a. Su lugar favorito para saltar es Bilbao, ya que amigos y familia van a apoyarlo y se siente local, pero el paisaje y lugar favorito en la vida con el que se queda es el Cenote IkKil, en Yucatán.

Cuando empezó la pandemia en febrero Jonathan huyó de Madrid, donde tiene su residencia junto a su esposa, pero en cuanto llegó a México al selectivo nacional para mantenerse en entrenamie­nto, empezaron los positivos de coronaviru­s en la alberca, así que lo mejor fue volver para hacer la cuarentena con la familia.

“Todo se quedó en el aire. Hubo mucha incertidum­bre hasta que se canceló todo el año de competenci­as. Estuve dos meses aislado”, recuerda Paredes.

En junio le ofrecieron a Jonathan un show de clavados que resultó en un trabajo de verano de tres meses en Holanda, que lo ayudó a mantenerse en forma este 2020, después de cerrar el 2019 con su tercera medalla en el Campeonato Mundial de la FINA y como segundo lugar de la Serie Mundial de Clavados de Altura de Red Bull, donde ya fue campeón en el año 2017.

“Soy arriesgado, pero también tengo miedo de lo que hago; cuando combinas ambas cosas, empiezas a disfrutar”

Jonathan Paredes Clavadista mexicano

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