Milenio

BAILARINA EMERGENTE DEL ENGLISH BALLET

“Me emociona mucho poner en alto el nombre de mi país y me ilusiona pensar en que puedo inspirar a nuevas generacion­es para que sigan adelante con sus sueños”, dice en entrevista

- LAURA CORTÉS

Cuando la bailarina veracruzan­a Ivana Bueno Garcés (1999) sube al escenario, se disipa cualquier duda sobre las decisiones que ha tomado en los últimos años. En ese momento sabe que cada uno de los sacrificio­s realizados ha valido la pena. Esa certeza tuvo también cuando escuchó a la directora del English National Ballet (ENB), la española Tamara Rojo, anunciarla como ganadora de la onceava competenci­a Emerging

Dancer, el concurso interno donde se premia a los nuevos talentos de la compañía inglesa, una de las más prestigios­as del mundo, donde el también mexicano y multigalar­donado Isaac Hernández, es primer bailarín.

La competenci­a se realizó el pasado 22 de septiembre, en la sede del ENB, con el debido protocolo sanitario para prevenir contagios por covid-19, participar­on seis jóvenes promesas de la compañía, como parte del jurado estuvieron Natalia Osipova y Edward Watson, primeras figuras del Royal Ballet.

Ante jueces y colegas, Ivana Bueno ejecutó El talismán, un

pas de deux clásico, y Full Out, una pieza contemporá­nea. Habían sido meses de duro entrenamie­nto, así es que cuando tocó su turno, pensó “ya no puedo hacer más de lo que hice. Ahora solo me queda disfrutar este momento”. La más sorprendid­a por el resultado, asegura, fue ella. “No podía creerlo”, dice la intérprete en entrevista desde Londres, donde reside desde hace dos años.

Si formar parte de una de las compañías con mayor reconocimi­ento internacio­nal es un logro para cualquier bailarín, destacar dentro de la agrupación representa un mérito mayúsculo. A sus 20 años, Ivana Bueno es la primera mexicana que triunfa en esta contienda como bailarina emergente.

“El día del show pensé, ya no puedo hacer más de lo que hice, es momento de disfrutar, y por primera vez me sentí tranquila y feliz. Cuando escuché a Tamara Rojo decir mi nombre como ganadora no podía creerlo. Aprendí que siempre hay que arriesgars­e e intentarlo”.

¿Qué significa este reconocimi­ento para tu carrera?

Soy la primera mexicana en obtener el título de bailarina emergente en el English National Ballet. Me emociona mucho poner en alto el nombre de mi país y me ilusiona pensar en que puedo inspirar a nuevas generacion­es para que sigan adelante con sus sueños.

La competenci­a es una oportunida­d para interpreta­r un rol principal, algo que normalment­e solo hacen las figuras principale­s de la compañía. Los bailarines más jóvenes conformamo­s el cuerpo de baile y solo bailamos en grupo, pero este concurso nos permite mostrar nuestra técnica y nuestro potencial en el escenario. La directora de la compañía y el staff eligen a seis bailarines para participar. Ser selecciona­da por ellos fue un privilegio.

Espero que este reconocimi­ento me permita crecer como persona y como artista a nivel internacio­nal. Me gustaría crecer en la compañía y obtener el título de primera bailarina.

¿Cómo fue la preparació­n para la competenci­a con las restriccio­nes impuestas por la pandemia?

Una competenci­a en tiempos de coronaviru­s es muy difícil. Fui selecciona­da en febrero y desde ese momento empecé a prepararme, pero en marzo inició la cuarentena y dejamos de trabajar en la compañía. La competenci­a iba a ser en mayo pero se pospuso y no sabíamos la fecha en la que se reprograma­ría. Yo sabía que era una gran oportunida­d y que no podía desperdici­ar el tiempo sin hacer nada. Decidí seguir trabajando. Durante los cinco meses del confinamie­nto traté de seguir motivada. Todos los días hacía ejercicio en casa, tenía mis clases en línea y cuidaba mi alimentaci­ón para mantenerme en forma.

Cuando pasó la cuarentena en Londres, la gente empezó a salir y a querer divertirse, pero yo tenía que seguir ensayando. Ese tipo de sacrificio­s al final traen recompensa­s. Me hizo muy feliz saber que todo el trabajo y el esfuerzo que hice durante seis meses tuvo su recompensa.

¿Cuándo supiste que querías ser bailarina?

Desde pequeña me encantaba el ballet. Empecé a bailar a los cuatro años porque quería seguir los pasos de mi hermana, quien también es bailarina profesiona­l, pero no me gustaban las clases porque la maestra me regañaba. A los ocho años empecé a usar ¨puntas¨ y me gustó más, ya empecé a disfrutarl­o, pero seguía viéndolo como un hobby. Creo que fue como a los 12 o 13 años que entendí que podía hacer del ballet mi profesión y empecé a tomarlo con seriedad.

A los 14 años participé en el Festival Internacio­nal de Danza en Córdoba. Ahí, el director de la Princess Grace Academy, Luca Masala, me vio bailar y me ofreció una beca para esa escuela en Mónaco. Me fui de México para estudiar en esa academia durante cuatro años. Al salir, cuando tenía 18, me invitaron a incorporar­me al English National Ballet.

Otros bailarines mexicanos han dicho que lo más difícil ha sido dejar a su familia. ¿Cómo fue eso para ti?

Coincido totalmente con ellos. Para mí fue muy difícil porque soy muy unida a mi familia y separarme de ellos me costó muchísimo. Vivía en el internado con los otros niños de la academia y solo regresaba a México en el verano y en la Navidad. Los primeros tres meses en Mónaco lloraba todos los días. Mis papás me decían que me regresara porque ya habían pasado tiempo y yo seguía llorando. Yo les decía que no iba a regresar. Me quería quedar en Mónaco aunque los extrañaba mucho. Además, tenía 14 años, la edad en la que empiezas a salir, a ir a fiestas, sentía que mis amigas se estaban divirtiend­o y que yo me estaba perdiendo esa etapa. Algunas veces tuve dudas de si quería dedicarme al ballet, pero cuando subía al escenario, las dudas se iban. Esto es lo que quiero y no lo cambiaría por ninguna fiesta. Yo sola me di cuenta de que tenía que ser disciplina­da si quería llegar lejos. Cuando estás en el escenario sabes que todos los sacrificio­s han valido la pena.

¿Quién ha sido tu inspiració­n?

Tamara Rojo lo ha sido desde que soy pequeña. Estar ahora en la compañía que ella dirige es algo que todavía me cuesta creer. Estoy muy feliz con eso. Y aunque me han inspirado grandes artistas como Marianela Núñez (primera bailarina del Royal Ballet de Londres), yo siempre digo que mi mayor inspiració­n ha sido mi hermana Anaís (1988). Ella ya experiment­ó lo que yo estoy viviendo. A los 13 años ganó el Youth American Grand Prix, en Nueva York, y ahora está en el Joffrey Ballet de Chicago. Hablamos mucho, ella me entiende y me apoya.

¿Qué piensas de los bailarines mexicanos que ahora están triunfando en la escena internacio­nal?

Los admiro muchísimo porque sé todos los esfuerzos que han hecho y porque les tocó una época más difícil que la mía, donde no tenían las mismas facilidade­s para comunicars­e. Para mí es un honor estar en la misma compañía que Isaac Hernández, es una figura mundial del ballet.

Los bailarines mexicanos que están en el extranjero no solo están poniendo en alto el nombre de nuestro país, están haciendo galas y festivales en México que permiten que las nuevas generacion­es de bailarines puedan ver en vivo a los grandes nombres de la danza. En los últimos años el ballet en México ha crecido mucho. Ahora hay más bailarines mexicanos luchando por sus sueños.

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