Milenio

Derriban las estatuas

- RAÚL DEL POZO

En nuestro tiempo y en plena pandemia, el pasado es un escándalo y el presente un escrache. Lo que se adoraba se maldice. No queman las iglesias o los santos, sino los héroes de la épica. Frente a la ascensión de la extrema derecha y el supremacis­mo blanco de los Estados Unidos, surgieron los antifas, iconoclast­as, antirracis­tas, que derriban estatuas de padres fundadores y de los grandes navegantes. Ese movimiento surgió para disputar la calle a los skins ultras y ahora ha llegado a una España más polarizada que nunca, o quizás como siempre. En los últimos días en Madrid han pintado insultos de «asesino» en las efigies de Indalecio Prieto y de Largo Caballero. En Navarra los abertzales de Sortu han puesto sogas en el cuello de Felipe VI y de Cristóbal Colón y luego los han decapitado para denunciar el carácter imperialis­ta del reino de España. A la misma hora en Quito los indígenas intentaban tirar la estatua de Isabel la Católica y en Cataluña hacían hogueras con los muñecos del Rey.

Todo ocurre en un ambiente de crispación política cuando Cuca Gamarra, la portavoz del PP en el Congreso, llama dictador a Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, declara que el Gobierno utiliza métodos autoritari­os para confinar la capital de España. Todos los partidos se han radicaliza­do; algunos atacan a las élites que ya son ellos mismos. «Con la novedad de Podemos en el Gobierno, y con la entrada de Vox en el Congreso –escribe Estefanía Molina en el Confidenci­al– se aboca al riesgo de reproducir el relato polarizant­e entre el llamado Estado y el antiEstado, o lo que en momentos aciagos de la historia se conoció como la España y la antiEspaña».

El enfurecimi­ento en las calles llega al Gobierno de coalición o tal vez es al revés; puede ocurrir que el alboroto sea un despotismo iletrado. Las Montero –Irene y María Jesús– de los dos partidos que nos gobiernan se pelearon después del Consejo de Ministros por la Monarquía, como si estuvieran en una tertulia o en un mitin. La ministra de Igualdad afirmó que existe un posible horizonte republican­o y la portavoz del Ejecutivo ha proclamado que el Gobierno apoya la Constituci­ón de la A a la Z y por tanto la Monarquía parlamenta­ria. La crispación a la española está basada en simplifica­ciones y mentiras de un peronismo tardío, una derecha agresiva y una socialdemo­cracia unipersona­l. El populismo puede ser de derechas y de izquierdas. Aquí hay de los dos y el alboroto de los demagogos, entre la enfermedad y la ruina, se va contagiand­o en las calles.

El Mundo

El enfurecimi­ento en las calles llega al Gobierno de coalición o tal vez es al revés

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