La película que me salvó el 2020
Confieso que extrañaba profundamente la sensación de acabar de ver una cinta y necesitar decirle a todo mundo que la tenía que ver en ese momento. Que era brillante, me había hecho reír, llorar, emocionarme, pensar y, sobre todo, que me había sacado por un buen rato de la complicada realidad que estamos viviendo. Eso me pasó con El juicio de los 7 de Chicago.
Ahora, permítanme decirles que hablo de la primera película que dirige Aaron Sorkin, el escritor de Cuestión de honor, La red social y The West Wing, era una que estaba preparada para amar. Pero confieso que fue con un poco de temor, porque mis expectativas eran muy altas. Alguna vez en entrevista le había preguntado que si no se consideraba ya de por sí el director de facto de sus producciones debido a la precisión de cada una de sus páginas.
No lo negó, aunque originalmente este era, hace muchos años, un guión para Spielberg. Netflix, donde vive la producción, aún ni existía como lo conocemos.
La cinta trata con el cómo la justicia estaba en servicio de la política en los tiempos de la guerra de Vietnam y pronto haré una reseña a fondo, pero ahora solo me queda decir que tiene el mejor y más ecléctico elenco que he visto (Desde Sacha Baron-Cohen hasta Joseph Gordon-Levitt y Eddie Redmayne, pasando por el brutal Frank Langella y dándole un delicioso dulce de rol más que merecido a Michael Keaton).
Sorkin se reconoce siempre por sus fans desde el primer diálogo, pero ahora está amplificado. Se estrenó en varios autocinemas en Estados Unidos al mismo tiempo que en Netflix, así que por las reglas pandémicas está disponible para competir por el Oscar. Creo que seguiremos hablando de esta producción entonces.