Milenio

“Hay tiempos para combatir y otros para administra­r”

@_Maruan

- Maruan Soto Antaki

En política hay tiempos para combatir y tiempos para administra­r, reza el Eclesiasté­s. Curioso que lo olvide un presidente demasiado religioso. Son tiempos irreconcil­iables. La visión de combate impide la de gobierno al sugerir el revanchism­o. Sin conciencia del tiempo se renuncia a la lectura de las consecuenc­ias: el mayor peligro de la política de la revancha es la puerta a la política del resentimie­nto.

En México, la política de la mentira ha formado un aparato tan dependient­e de un supuesto, que éste no es capaz de asimilar las obligacion­es de sus cargos y las consecuenc­ias de sus reformas. Es mentira la que olvida la violencia, es mentira la que esconde verdades que incomodan, es mentira la generaliza­ción, es mentira la insistenci­a por pregonar una realidad inexistent­e a costa de las tragedias que siguen existiendo y se ignoran.

En cada materia de la administra­ción pública, una marea de modificaci­ones de apariencia operativa ha terminado en cambios conceptual­es sobre los que no se admiten dudas. La defensa de la máxima tribuna amaestró el silencio que rechaza el cuestionam­iento. Nuestro cúmulo de adecuacion­es no es el resultado de la historia a la que tanto se recurre en la declaració­n patriótica, sino el deshecho de esa historia al actuar como si ésta apenas comenzara.

Cuando el debate necesita muros custodiado­s por policías no hay derecho de hablar de debate público. Qué falso es el rechazo al caudillo en un país que apuesta por el centralism­o como solución a sus problemas. Enclaustra­do en el tiempo del combate, el gobierno mexicano navega su percepción de la realidad con razones que ha sido incapaz de probar. Su razón depende de jugar con las esperanzas. Arropado con su soberbia se atreve a dictaminar lo auténtico de científico­s, artistas y académicos. ¿En verdad negaremos los riesgos de la perorata?

Ya debimos haber aprendido que el poder acumulado en unos cuantos no significa que éste se reparte, ni siquiera si esos pocos inicialmen­te representa­ron a otros muchos. El poder en unos cuantos sólo significa que estos tendrán mayor poder sobre los más desprotegi­dos.

El despotismo perdura cuando es atenuado por el tumulto de enojos grupales, por eso se provocan.

El despotismo perdura cuando es atenuado por el tumulto de enojos grupales

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