“Hay tiempos para combatir y otros para administrar”
@_Maruan
En política hay tiempos para combatir y tiempos para administrar, reza el Eclesiastés. Curioso que lo olvide un presidente demasiado religioso. Son tiempos irreconciliables. La visión de combate impide la de gobierno al sugerir el revanchismo. Sin conciencia del tiempo se renuncia a la lectura de las consecuencias: el mayor peligro de la política de la revancha es la puerta a la política del resentimiento.
En México, la política de la mentira ha formado un aparato tan dependiente de un supuesto, que éste no es capaz de asimilar las obligaciones de sus cargos y las consecuencias de sus reformas. Es mentira la que olvida la violencia, es mentira la que esconde verdades que incomodan, es mentira la generalización, es mentira la insistencia por pregonar una realidad inexistente a costa de las tragedias que siguen existiendo y se ignoran.
En cada materia de la administración pública, una marea de modificaciones de apariencia operativa ha terminado en cambios conceptuales sobre los que no se admiten dudas. La defensa de la máxima tribuna amaestró el silencio que rechaza el cuestionamiento. Nuestro cúmulo de adecuaciones no es el resultado de la historia a la que tanto se recurre en la declaración patriótica, sino el deshecho de esa historia al actuar como si ésta apenas comenzara.
Cuando el debate necesita muros custodiados por policías no hay derecho de hablar de debate público. Qué falso es el rechazo al caudillo en un país que apuesta por el centralismo como solución a sus problemas. Enclaustrado en el tiempo del combate, el gobierno mexicano navega su percepción de la realidad con razones que ha sido incapaz de probar. Su razón depende de jugar con las esperanzas. Arropado con su soberbia se atreve a dictaminar lo auténtico de científicos, artistas y académicos. ¿En verdad negaremos los riesgos de la perorata?
Ya debimos haber aprendido que el poder acumulado en unos cuantos no significa que éste se reparte, ni siquiera si esos pocos inicialmente representaron a otros muchos. El poder en unos cuantos sólo significa que estos tendrán mayor poder sobre los más desprotegidos.
El despotismo perdura cuando es atenuado por el tumulto de enojos grupales, por eso se provocan.
El despotismo perdura cuando es atenuado por el tumulto de enojos grupales