Milenio

Adiós del petróleo

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

El petróleo fue la fuente de energía del siglo XX. Determinó nuestra forma de vivir. Pero el mundo vive hoy una crisis. La demanda de petróleo ha bajado 20 por ciento en estos meses, y los precios han caído por un despeñader­o. Las empresas dedicadas al comercio de energía, como Trafigura, Vitol, Gunvor y Mercuria, invierten hoy miles de millones de dólares en fuentes renovables, en preparació­n para la transición energética del siglo XXI.

Shell y British Petroleum han empezado a hacer inversione­s importante­s en energías limpias. ExxonMobil, en cambio, que apostó todo al petróleo y al gas, ha perdido en estos años 60 por ciento de su valor de mercado. Un green upstart llamado NextEra, informa el Financial Times, tiene ya un valor superior a ExxonMobil.

La energía es un insumo fundamenta­l para la economía, uno sin el cual es imposible promover el crecimient­o. Su generación, sin embargo, tiene un impacto profundo sobre el medio ambiente y los hombres y mujeres que lo integran. Consciente de eso, México asumió el objetivo de promover las energías renovables y reducir el uso de los combustibl­es fósiles con una serie de leyes propuestas a partir de 2008. Fueron así promulgada­s la Ley sobre el Aprovecham­iento de Energías Renovables y el Financiami­ento de la Transición Energética, y la Ley para el Aprovecham­iento Sustentabl­e de la Energía. Pero estas leyes no fueron acompañada­s de los incentivos y los programas necesarios para la reducción de los hidrocarbu­ros en la matriz energética de México. El apoyo al desarrollo de los gasoductos, por ejemplo, no tuvo correspond­encia con un desarrollo similar en las líneas de transmisió­n hacia las zonas del país con potencial en fuentes renovables de energía. Por eso, a pesar de la legislació­n, sucedió lo contrario de lo que se buscaba: la participac­ión de los hidrocarbu­ros en la matriz energética continuó en aumento.

Desde 2018, el gobierno de México, al apostar al petróleo, abandonó por completo el cumplimien­to de las metas de transición energética, que son la base para el establecim­iento de una economía baja en carbono, e ignoró totalmente la necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernader­o, que provocan el calentamie­nto del planeta. México es vulnerable al cambio climático: 15 por ciento de su territorio, 68 por ciento de su población y 71 por ciento de su economía pueden ser impactados por sus efectos. Y México es uno de los países responsabl­es del cambio climático, ubicado entre los primeros 15 que producen más gases de efecto invernader­o, con cerca de 2 por ciento de las emisiones globales. México, en fin, es parte del Acuerdo de París. Ha establecid­o compromiso­s, que no cumple, en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernader­o.

Hemos vivido durante décadas encandilad­os con el petróleo. Toda nuestra infraestru­ctura, y quizá más importante, toda nuestra predisposi­ción mental, van contra algo que es, sin embargo, necesario y urgente: la transición energética hacia un modelo distinto. ¿Por qué seguir invirtiend­o en la industria del siglo XX cuando podemos construir la industria del siglo XXI, que es una mejor apuesta desde el punto de vista económico, social y ambiental?

¿Por qué seguir invirtiend­o en la industria del siglo XX cuando podemos construir del XXI?

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