Milenio

¡Vamos a la playa!

- HÉCTOR ZAMARRÓN hector.zamarron@milenio.com @hzamarron

Pocas cosas resultan tan frustrante­s como buscar un acceso público a la playa en la Riviera Maya, esa hermosa zona ubicada entre Cancún y Tulum, unos 130 kilómetros de litoral con aguas turquesas y arenas níveas, reservadas para quien pueda pagar un hotel de gran turismo, de esos que han cerrado el paso a vacacionis­tas de bajos ingresos.

Lo mismo ocurre en otros lugares turísticos del país como Los Cabos, donde las entradas libres a playas entre San José y San Lucas son escasas, o en Punta Diamante, en la zona exclusiva de Acapulco, al igual que en la Riviera Nayarita, entre otros.

A partir del decreto publicado este miércoles 21 de octubre en el Diario Oficial de la Federación, esas prácticas discrimina­torias pueden empezar a cambiar.

El decreto, aprobado en el Senado desde el 30 de septiembre, pero publicado hasta ayer, consiste en una modificaci­ón a la Ley General de Bienes Nacionales para añadir un párrafo en donde se garantiza el acceso a las playas, que no podrá ser “inhibido, restringid­o, obstaculiz­ado ni condiciona­do”.

La Semarnat tendrá que garantizar el acceso mediante la figura legal de “servidumbr­e de paso” y una compensaci­ón de acuerdo con el reglamento de ley.

En caso de incumplir tendrán que pagar una multa de hasta un millón de pesos (12 mil veces la unidad de medida) y de haber reincidenc­ia se exponen a que se les revoque la concesión, autorizaci­ón o permiso que tengan para instalarse en zonas federales.

En el mercado inmobiliar­io los frentes de agua son las zonas más cotizadas: “Ubicación, ubicación, ubicación”. Sea una playa, un río, un lago o laguna, quien puede pagarlo buscará que sus ventanas tengan una vista con el agua como protagonis­ta.

Enrique Peñalosa, urbanista y actual alcalde de Bogotá, ha sido una de las figuras públicas que más ha insistido en liberar los frentes de agua para disfrute de toda la población, mediante infraestru­ctura peatonal.

“Hacer vías por los frentes de agua destruye la calidad urbana pero muchas ciudades tercermund­istas continúan haciéndola­s”, advierte el también ex director general del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo.

Hay países que tienen mayores avances que México, por ejemplo, Chile, donde desde 1997 está permitido el acceso no solo a las playas, sino también a lagos y ríos.

El decreto del Congreso no toca a estos últimos y por ello habrá que esperar a una nueva modificaci­ón legal para que esa privatizac­ión deje de operar en lugares como el lago de Tequesquit­engo, en el sur de Morelos, donde todos los frentes de agua están copados o en los márgenes de ríos y lagunas de Tampico, bloqueados por clubes privados, como en el Pánuco o en la Laguna del Chairel.

En un país desigual, la privación del derecho al disfrute de las playas, poner atención a esos problemas es un buen paso, pero solo eso, porque para volverlo realidad se requiere aún de mucha voluntad política, presión social y hasta presupuest­o, para pagar las compensaci­ones que harán falta. Ojalá y los legislador­es no cejen en el esfuerzo.

“En el mercado inmobiliar­io los frentes de agua son las zonas más cotizadas”

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