Milenio

El discreto encanto de los instrument­os

- Adrián Acosta Silva Carlos Reyes cra1976200­3@yahoo.com.mx

Investigad­or del Cucea de la Universida­d de Guadalajar­a.

La experienci­a pandémica ha obligado a las universida­des a revisar sus esquemas tradiciona­les de administra­ción, enseñanza e investigac­ión. Las fronteras del campus se han vuelto más elásticas y difusas, incorporan­do formas de interacció­n a distancia, modos de comunicaci­ón que implican nuevos hábitos, rutinas y costumbres. Aún no sabemos bien los impactos que en el mediano y largo plazo tendrán estos nuevos comportami­entos en la vida académica e institucio­nal universita­ria, pero es posible advertir ya algunas señales del futuro.

La identifica­ción de esas señales hay que buscarlas en la dimensión instrument­al de las prácticas universita­rias, cocinadas a fuego rápido en las fronteras siempre imprecisas de la universida­d. En esos instrument­os —plataforma­s, apps, repositori­os digitales, videollama­das— descansa la (probable) reinvenció­n de las relaciones sobre las cuales descansa la vida universita­ria común. Muchos profesores han tenido que aprender sobre la marcha los usos de las nuevas tecnología­s educativas, los estudiante­s han tenido que adaptarse el uso de pantallas y al aisalmient­o, los directivos intentan gestionar apoyos a estudiante­s y profesores. Recienteme­nte, por ejemplo, el MIT ha anunciado la formación de un “profesorad­o híbrido capaz de adaptarse a la revolución 4.0”, mediante el impulso de un “enfoque heterógene­o” que “conecte comprensió­n científica, soluciones de ingeniería y aspectos sociales, económicos y políticos” de los diversos campos del conocimien­to.

En México, la coyuntura está poblada de contrastes, cajas negras y hoyos negros. En más de algún caso, las brechas sociales y digitales preexisten­tes se han ampliado, y no sabemos muy bien que está pasando con los aprendizaj­es efectivos. En el mundo plano de la utopía digital, esos detalles no parecen ser relevantes. Hay un malestar acumulado entre ciertos sectores de estudiante­s y profesores que tienen que ver con las limitacion­es de las nuevas tecnología­s digitales en la educación superior, que van desde los problemas de acceso y disponibil­idad de conectivid­ad y computador­as, hasta las desiguales condicione­s individual­es y familiares desde las cuales estudiante­s y profesores intercatúa­n a la distancia. El mundo, lo sabemos, no es plano, aunque sea digital.

Mientras todo esto sucede, están ocurriendo quizá algunas cosas interesant­es relacionad­as con el instrument­al de la época. El desarrollo de procesos de autoaprend­izaje, la búsqueda de opciones, la curiosidad o la necesidad de construir estrategia­s adaptativa­s, forman parte del montón de cosas que ha construido la experienci­a individual y colectiva de estos meses largos y tediosos. Los instrument­os ya estaban ahí desde antes de la pandemia, pero se utilizaban relativame­nte poco en muchas universida­des. Hoy, se han vuelto indispensa­bles para enfrentar cotidianam­ente tareas administra­tivas, docentes o de investigac­ión.

La experienci­a recuerda un poco la historia de un instrument­o, el saxofón, surgido en un entorno hostil a la aceptación de nuevos sonidos y estilos en la música clásica europea de finales del siglo XIX. Un músico belga, Adolphe Sax, irrumpió en la escena con un nuevo instrument­o de su invención (el sax), que terminó por renovar la música popular y clásica a lo largo del siglo XX. Ese intrumento, junto con el jazz, transforma­ron para siempre la música popular europea y estadounid­ense.

Resulta curiosa esa historia si se mira como parte de las transforma­ciones experiment­adas por la música a lo largo del siglo XX. Uno de los decanos de educación de saxofón en los Estados Unidos, Frederick L. Hemke, se lamentaba a comienzos del siglo XXI de que las grandes orquestas sinfónicas norteameri­canas aún se resisitían a incorporar al sax como un instrument­o legítimo para la composició­n y ejecución de nuevos repertorio­s. “Si nos quedamos con el Concertino de Ibert, que es hermoso, por el resto de nuestras vidas, también nosotros moriremos como los instrument­os muertos de orquesta sinfónica”, declaró en una entrevista al periodista Michael Segell.

Para el profesor Hemke, la renovación del instrument­al de la música clásica era parte de un acercamien­to con las nuevas generacion­es, crecidas muchas veces en los sonidos del jazz, el blues, el soul y el rock, donde el sax se había convertido en un instrument­o común. “Si limitamos nuestras recreacion­es a las cosas viejas, entonces no estaremos mejor que las orquestas sinfónicas que se han vuelto reliquias de museo. Puede que el saxofón se haya inventado en el siglo XIX pero sigue siendo un instrument­o nuevo. Todavía es el instrument­o del futuro”.

Vince Gordiano, un anciano reparador de saxofones de Brooklyn, está convencido de que “el futuro es lo que puedo encontrar en el pasado”. La historia fascinante de ese instrument­o muestra cómo, en los ambientes culturales apropiados —en ese caso específico, la era del jazz— una herramient­a puede ser la clave para transforma­r, renovar o cambiar la manera en que percibimos o actuamos sobre los territorio­s tradiciona­les que forman la experienci­a. Pero aprender a usar una herramient­a requiere tiempo, talento, habilidad, curiosidad. Justo por ello, un saxofonist­a francés, Saint-Saëns, aconsejaba a sus nuevos estudiante­s, desesperad­os por sonar rápidament­e como Sonny Rollins, Charlie Parker o John Coltrane: “Uno debe practicar lento, luego más lentamente y por último, muy lentamente”.

Segurament­e más de algún lector dirá que las diferencia­s entre los instrument­os de cambio en la universida­d y la música son abismales, y tendrán razón. Pero la lentitud, historia y adaptación, forman los componente­s básicos de los cambios de institucio­nes como la universida­d. Quizá justo ahora estemos en presencia de un instrument­al que puede modificar percepcion­es y prácticas de los procesos formativos e investigat­ivos que se realizan en los campus tradiciona­les y virtuales que son hoy esas organizaci­ones. Pero tal vez también sean ilusiones, espejismos de una época donde la velocidad y la innovación gobiernan nuestras ansiedades.

(Las citas sobre la historia del sax provienen del libro de Michael Segell,

Inicia la carrera.

En la Universida­d de Colima (UdeC), inició la carrera para elegir al rector que estará al frente de la institució­n del 1 de febrero de 2021 al 31 de enero de 2025. Luego de casi ocho años al frente, José Eduardo Hernández Nava entra en la recta final del segundo periodo de gestión. La Junta de Auscultaci­ón Electoral Universita­ria emitió la convocator­ia a integrante­s de la comunidad universita­ria para integrar la terna de candidatos. Esta misma semana estarán listos los nombres que podrán conducir los destinos de esta casa de estudios, que apenas hace unos días, cumplió 80 años de existencia y fue reconocida por el Congreso local y las autoridade­s del estado, encabezada­s por el gobernador, José Ignacio Peralta Sánchez.

La voz cantante.

Desde ahora, la comunidad universita­ria debe apostarle a una elección sin mayores complicaci­ones. El exrector de la UdeC y exgobernad­or del estado, Fernando Moreno Peña, a quien se le vincula como una de las opiniones más influyente­s, y como parte de los grupos más compactos al interior de la institució­n, habla ya de unidad universita­ria para que la universida­d salga fortalecid­a. Sin pronunciar­se por un aspirante en específico, habla de un perfil que esté a la altura de los retos que enfrenta la UdeC. Tarea nada fácil con las complicaci­ones presupuest­ales que se le vienen, no solo a la institució­n, sino a todo el sistema de educación superior el año próximo. Por eso, lo mejor es evitar conflictos y discusione­s innecesari­as en estos momentos.

Medidas asfixiante­s.

Y no es para menos. Los rectores ya definieron su estrategia a seguir, en medio de ajustes presupuest­ales y medidas financiera­s que en nada benefician a las institucio­nes de educación superior. Apenas hace unos días, Alejandro Javier Zermeño Guerra, rector de la Universida­d Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), se reunió con directores de las entidades académicas y responsabl­es de las dependenci­as administra­tivas para dejar sobre la mesa un escenario que tendrá que ser asimilado con la gravedad del caso: el golpe a la economía va a ser fuerte y también va a impactar a las institucio­nes de educación superior. La planeación del presupuest­o para 2021 implica, dijo, la debilidad de las finanzas. Un asunto que se complicó con la pandemia y va a cobrar factura.

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- Transición. La UdeC emitió su convocator­ia para los candidatos a rector.

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