¿RANAS HERVIDAS O DESARROLLO SOSTENIBLE?
Cambios transformacionales en la sociedad para preservar la supervivencia global
¿Cuál es el precio que usted asignaría a su vida? Para la mayoría de las personas, no existe un valor monetario que la compense. Sin embargo, cotidianamente, llevamos a cabo acciones que amenazan directamente con incrementar el riesgo de las poblaciones humanas, particularmente aquellas que habitan en las zonas más pobres del mundo: África, Sudeste de Asia, y América Latina.
Estas acciones incluyen las emisiones de gases de efecto invernadero que promueven el cambio climático global. Éste ocasiona una mayor frecuencia de sequías, huracanes, ondas de calor mortales, sobre todo en regiones sin infraestructura apropiada y en los trópicos. Además, después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó una destrucción desenfrenada de la naturaleza, que también disminuye la calidad de vida de la población humana.
Los beneficios que se obtienen de la naturaleza pueden dividirse en dos tipos: bienes y servicios ambientales. Los bienes son los productos que se extraen directamente del medio natural: madera, aceites, frutas, medicamentos, etc. Los servicios son funciones del ecosistema que mantienen alguna necesidad humana: recarga de mantos acuíferos, mantenimiento de aire limpio, tratamiento de aguas residuales, polinización de cultivos, regulación de inundaciones, captura de carbono atmosférico, entre otros.
Al destruirse la naturaleza, se pierden los bienes y servicios ambientales. La principal causa de esta pérdida es la transformación a ecosistemas urbanos, agrícolas y pecuarios, que no pueden suplir los servicios ambientales proporcionados por el medio natural. Sin estos servicios, disminuye la calidad de vida en el mediano plazo.
¿Por qué, entonces, se continua con la destrucción de la naturaleza? Una de las razones es la tendencia natural a concentrarse en el corto plazo: Imagine que una rana es lanzada de su estanque a 20º C al interior de una olla con agua a 60º C. Bajo ese escenario súbito, la rana salta disparada de la olla. Ahora, piense en una rana que pasa de su estanque a 20º C a una olla con agua inicialmente a 20ºC, pero a la cual progresivamente se sube la temperatura hasta 60º C. Al final, tendrá caldo de rana. Esa misma situación es la que acontece en el pensamiento humano. Rápidamente nos acostumbramos a nuevas situaciones, al grado que ya no es novedoso que cada año desde 2010 sea un récord en temperaturas máximas globales.
Entonces, ¿qué hacer para no acabar como las ranas hervidas? A nivel individual y familiar, podemos reducir nuestra huella ecológica, mediante cambios tan simples como reducir nuestro consumo de carne roja (1 vez por semana o menos), reducir nuestro nivel de consumismo (¿Realmente necesitas cambiar de teléfono cada año?) y nuestro consumo de combustibles fósiles. A escala comunidad, debemos seguir los lineamientos de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas, que incluyen 17 objetivos de desarrollo sostenible para lograr un progreso equilibrado a escala global.
Y finalmente, mantenerse informado y exigir a nuestras autoridades que eviten el pensamiento de corto plazo para, en cambio, invertir en mitigación y adaptación al cambio climático y en la restauración y conservación de ecosistemas. Nuestros hijos y nietos agradecerán estas acciones.
- Vulnerables. El cambio climático afecta sobre todo a regiones sin infraestructura apropiada y en los trópicos.