Brujas, demonios, dos amigos

Muchos de los más importantes autores de la literatura infantil tienen historias verdaderamente extrañas y quizás un tanto siniestras, como sus personajes. Pero Roald Dahl, conocido por tantas generaciones como el creador de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el durazno gigante y Matilda, se cuece aparte. Recuerdo haberlo dicho de pequeña hace ya 30 años, cuando vil aversión de su historia, The Witches, o Las Brujas, con Angélic aH us ton, quien no podría haber estado mejor. “Quien haya escrito esto, sospecho que de verdad odia a los niños ”, así que mi papá medio el libro original y lo comentamos un par de semanas después. ¿Mi conclusión? Sin duda debo haber tenido razón.

Años después, cuando leí el Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim terminé agradecida con la franqueza de Dahl, a diferencia de la simplificación (no menos trágica pero si más accesible) de Disney y sus cintas. Dahl sabía bien lo atractivo, en este caso literalmente, que puede ser enfrentar a nuestros demonios de niños. Aunque por ahí en una añeja batalla que tuvo con Jim Henson aún antes de todo esto, su mensaje siempre fue que no todo siempre tiene el final de “y vivieron felices para siempre”. Al menos no de la manera que nos dijeron. Los Rolling Stones lo dicen mejor que nadie: No siempre puedes tener lo que quieres, pero si lo intentas de alguna manera, tendrás lo que necesitas.

Así que ahí estábamos en tiempospan dé micos, conectados MUY temprano ayer en la mañana, listos para platicar vía Zoom con la increíble Anne Hathaway, quien en esta versión de la película interpreta a La Bruja Mayor, cuando de pronto entendí por qué esta cinta, que la próxima semana llega a México ala pantalla grande, fue un proyecto atractivo para Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón como productores. ¿Saben de alguien que enfrente a sus y nuestros demonios mejor que esos dos en el cine? Yo no, y me encanta.