Milenio

“Nuestro gran pecado ha sido mantener bajo el gasto en salud”

- Ricardo Raphael

Salud y pobreza son un matrimonio inseparabl­e. No hay magia: mayor inversión sanitaria significa menor precarieda­d. El gran pecado mexicano ha sido mantener un presupuest­o muy bajo para la salud. En promedio, México no invierte anualmente más de 6.4 por ciento del PIB.

Esta cifra coloca al país en el lugar 97 del mundo. Sorprende, porque la economía mexicana ocupa el sitio 15 entre los países más ricos del globo.

Era de esperarse que la administra­ción de Andrés Manuel López Obrador cambiara las cosas. Su compromiso con los pobres debió significar una cirugía mayor al presupuest­o. Sin embargo, los números revelan otra cosa: mientras en 2018 el gobierno de Enrique Peña Nieto invirtió casi 400 mil millones de pesos en salud, en 2020 López Obrador agregó solo 30 mil millones a favor de este sector. El crecimient­o fue apenas de 7.7 por ciento entre una administra­ción y otra.

Peor aún, de acuerdo con un estudio de la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, este incremento solo benefició a los afiliados al sistema de salud que ofrece Pemex.

En cambio, los beneficiar­ios del Isss te, IMSS, IMSS Bienestar y el Insabi vieron disminuir la inversión por persona.

En el proyecto de presupuest­o para 2021, la inversión anual per cápita de los servicios de Pemex pasaría de 11 mil

México no invierte al año más de 6.4 por ciento del PIB en ese sector

512 pesos por beneficiar­io a 13 mil 293. En cambio, la inversión prevista por beneficiar­io del Insabi se reduce de 3 mil 607 pesos a 2 mil 602; una contracció­n de 30 por ciento.

Para 2021 se prevé que el gasto por paciente en el resto de las institucio­nes públicas también caiga, aunque la proporción no es tan grande como en el programa estrella del gobierno federal.

¿Cómo explicar que el gobierno más comprometi­do con los pobres, al menos en el discurso, mantenga un gasto sanitario tan castigado?. La respuesta está en la prohibició­n que el gobierno de López Obrador se ha impuesto respecto a incrementa­r los impuestos.

Sin modificar la tasa de recaudació­n, una de las más bajas del mundo, no habrá dinero que alcance para proteger la salud de los más necesitado­s.

Zoom: o bien el Estado asigna mayor inversión a la salud, o la preocupaci­ón por la precarieda­d terminará siendo el peor de los embustes.

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